Días antes de tomarse la decisión de cerrar la compuerta 1 de la casa de máquinas de Hidroituango, comunidades de la región de La Mojana sucreña ya habían advertido que el cauce del río Cauca había caído en por lo menos 4 metros. La navegabilidad y la pesca ya estaban afectadas, lo que implica problemas para la economía de las familias de la zona. Con el cierre de la compuerta el pasado martes, los daños ambientales provocados son peores.
El descenso del caudal de aguas al 20%, como ocurrió después de la maniobra técnica, ha provocado una grave tragedia ambiental en la zona, de la cual se desconocen todavía las dimensiones, pero sin duda será de gran magnitud. El contingente de 700 personas que envió EPM para tratar de paliar un poco las consecuencias del cierre de la represa no parece suficiente para el daño que producirá la falta de agua en el cauce del río.
Se ha dicho que antes del próximo domingo los niveles del río Cauca serán recuperados hasta llegar a la "normalidad", pero el panorama que se observa hoy, cuando por algunos sectores es posible cruzar a pie en medio de un cementerio de peces, solo hay campo para el pesimismo. Las consecuencias ambientales y sociales de lo que está pasando aún no pueden ser totalmente valoradas.
Debemos recordar que el sorpresivo cierre de la compuerta se adoptó ante los riesgos de inestabilidad que se estaban teniendo en la represa, y que las consecuencias de dicha determinación, donde no se garantizaron los mínimos de caudal de agua en el Cauca, implicarán sanciones que tendrán que ser pagadas por Empresas Públicas de Medellín (EPM). No obstante, más que las sanciones económicas, la gran preocupación debe ser por los gigantescos daños ambientales que se están dando, los cuales deben ser compensados.
Ojalá que el proyecto hidroeléctrico se estabilice y termine siendo positivo para la generación energética en el país, y así las regiones afectadas por los efectos en el entorno ambiental, puedan recibir una retribución que compense en parte el sacrificio de tantos peces, tantos humedales secos y tanta riqueza del ecosistema puesta en riesgo. El mismo Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, afirma que en Puerto Valdivia (Antioquia) el nivel del río es de solo 1,95 metros, algo nunca visto en la zona. La ilusión es que pronto termine esta contingencia que ya ajusta nueve meses, y que ha estado marcada por la incertidumbre.
El río Magdalena, principal arteria fluvial de Colombia, también se verá afectado, debido a que el Cauca desemboca en él, antes de que el primero llegue al Océano Atlántico. Por cierto, de acuerdo con un informe de la organización The Nature Conservancy, el Magdalena también se ha visto afectado por la presencia de proyectos hidroeléctricos en muchos de sus afluentes, los cuales podrían acabar con los peces del río.
Hacia el futuro podría ser peor, ya que se tienen planeados en total 97 represas en esos afluentes, lo que podría acabar con el 44% de los sitios de reproducción de los peces migratorios de la cuenca. En este caso se afectarían 35 mil familias de pescadores, y pese a que no tendría el impacto concentrado que hoy tiene Hidroituango sobre el Cauca, poco a poco se irán sumando afectaciones sociales y ambientales que no pueden ignorarse. Las autoridades ambientales del país deben estar más atentas para prevenir nuevas tragedias.
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