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Como Estado soberano ningún agente externo tiene la posibilidad de impedir que un país como Ucrania tome libremente la decisión de ingresar a cualquier ente multilateral, en este caso la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La actitud del líder ruso, Vladimir Putin, de oponerse a la libre determinación de los ucranianos y fomentar con ello conflictos internos en su país vecino es algo que debe ser rechazado por la comunidad internacional.

Si bien hay que tratar de no llegar a incursión de tropas occidentales para defender a Ucrania ante la ofensiva rusa, sí es fundamental mantener una posición firme ante las amenazas de Moscú con su avanzada militar hacia la zona de frontera e impedir cualquier injerencia indebida que le obstaculice a los ucranianos actuar soberanamente. El G7 (Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos, Japón y Canadá, más la Unión Europea) tiene que mostrarse compacto ante este desafío. Hay que defender decididamente la democracia ante las actitudes autoritarias.

La reciente reunión virtual de Putin con el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, tiene que haber servido para persuadir al líder ruso de evitar el incremento de las tensiones en esa zona europea. Si bien en ese encuentro Putin aseguró que no piensa intervenir militarmente, no podemos olvidar que hace siete años tuvo el atrevimiento de apoyar a grupos ilegales prorrusos que combatieron internamente contra las autoridades ucranianas y sembraron el caos, y que hoy los sigue respaldando. También hay que tener presente la crisis de Crimea, región que fue invadida por tropas rusas, y luego anexada a su territorio en un referendo amañado.

Lo que parece claro es que el líder ruso vive con nostalgia por la vieja Unión Soviética y quisiera mantener desde el Kremlin el dominio hacia las repúblicas que en el pasado hicieron parte del fracasado proyecto comunista. Es una visión claramente peligrosa para el mundo a la que Occidente debe oponerse con determinación, más cuando los movimientos geoestratégicos de Putin no usan medios diplomáticos, sino actitudes hostiles y dominantes.

Es inclusive una grave injerencia que los rusos argumenten su escalada militar cerca de la frontera con base en los movimientos del ejército ucraniano hacia la zona de Donbás, actualmente dominada por los rebeldes prorrusos. El gobierno ucraniano tiene todo el derecho a defender la integridad de su territorio, en medio de un conflicto interno en el que nadie más debe intervenir.

Ucrania es un país soberano que debe resolver por sí mismo sus problemas, y si en medio de esta coyuntura quiere pertenecer a la OTAN y esa organización está dispuesta a su ingreso, nadie puede impedirlo. Si eso se usara para atacar a Rusia, sería una provocación innecesaria, pero este es un paso meramente defensivo ante la permanente amenaza de Rusia.

Esperamos que reine la sensatez y que los ucranianos no encuentren nuevas oposiciones en el camino a la solución de sus problemas, sin recibir presiones que signifiquen profundizar sus conflictos internos. Inclusive esta coyuntura debería servir para revivir el Consejo OTAN-Rusia y tratar allí de manera diplomática todos los asuntos que causen inestabilidad en la zona.