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Ayer se cumplió el primer año del llamado “Asalto al Capitolio” de los Estados Unidos por partidarios del expresidente republicano Donald Trump, quienes pretendían con esa presión lograr que su líder continuara en la Casa Blanca, pese a haber perdido de manera clara las elecciones presidenciales frente al demócrata Joe Biden, quien ayer también se pronunció para responsabilizar a Trump de ese flagrante ataque a la democracia.
 Es la primera vez que el jefe del Ejecutivo estadounidense se pronuncia de manera directa y contundente en contra de Trump. Su prudencia la argumentó por razones políticas y de gobernabilidad, pero al cumplirse el primer aniversario de esos graves hechos, Biden optó por no irse por las ramas ante el resultado de las investigaciones de ese hecho violento, que puso a los Estados Unidos ante una de las peores crisis de la historia reciente de ese país.
 El mandatario estadounidense no ahorró palabras para expresar que Trump y sus aliados estaban empeñados en destruir la democracia y acabar con la legitimidad del proceso electoral de hace un año. Lo más grave de todo, sin duda, es que la insurrección fue alentada por el propio huésped de la Casa Blanca en ese momento. “Tras haberlos ahuchado, se sentó a ver el sitio del Capitolio desde la Oficina Oval y no hizo nada durante horas pese a que había vidas en riesgo y la Policía era asaltada”, afirmó Biden.
 No puede olvidarse que la Comisión Judicial de la Cámara Alta presentó un reporte en diciembre en el que se concluyó que Trump intentó en unas 9 ocasiones “torcer el brazo” de la justicia para que declararan un fraude y así evitar la certificación de Biden como presidente o declarar un estado de excepción. Esas fueron maniobras propias de un autócrata que quiso no solo poner en jaque a su país sino a todo el planeta, y es algo que no puede ser visto solo como una anécdota, sino un hecho de implicaciones más profundas.
 Sin duda, es un episodio que puso en jaque la democracia, no solo de los Estados Unidos, sino en el mundo entero, y por eso tiene que ser rechazado con toda energía, y esperar que no se repita un acto de irresponsabilidad de tal magnitud en ninguna parte del planeta. Ahora bien, es preocupante que en medio de estos actos abiertamente ilegales Trump siga teniendo el respaldo de millones de habitantes de ese país, y que incluso pretenda regresar a la Casa Blanca. Desde el interior del Partido Republicano deberían evitar que eso pueda ocurrir, si realmente les importa defender la democracia en el mundo.

En ese sentido, también es clave que el Congreso estadounidense apruebe el proyecto que pretende defender el derecho al voto de los ciudadanos de ese país, y de protección a las minorías, para que no surjan hechos similares en el futuro. La oposición a esa iniciativa es inexplicable luego de lo ocurrido hace un año y un mal ejemplo para el mundo. Por el contrario, esos cambios necesarios deberían trazar la ruta para fortalecer las democracias en todo el planeta.