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El próximo 24 de diciembre debe ser entregado el edificio en el que está previsto que funcione el Hospital Público Veterinario de Manizales, en el que se invierten $3 mil 711 millones, y que fue adjudicado a la constructora Mónica Liliana López Jiménez. Si la firma de ingeniería cumple con la entrega y en las condiciones previstas (el plazo inicial era marzo pasado, lo que se afectó por la pandemia de covid-19), la ciudad se estaría ahorrando un dolor de cabeza de los varios que tendrá con esta infraestructura, para la que todavía no se tiene un plan estratégico de funcionamiento.
 Si bien esta obra corresponde al compromiso del exalcalde Octavio Cardona, quien en el 2015 la prometió en su campaña política, cinco años después solo se sabe que el edificio será entregado, pero hay un vacío total acerca de la dotación médica y del personal que lo atenderá, aunque ya se habla de que en febrero del 2021 podría inaugurarse. La edificación está ubicada al lado de la Unidad de Protección Animal (UPA), cerca del Hospital General San Isidro.
 Sería el segundo de su tipo en Colombia, ya que el pasado 20 de septiembre se inauguró uno en Santa Rosa de Lima (Bolívar), cerca de Cartagena, el cual puede atender 200 perros y 200 gatos, y es manejado por 7 veterinarios, 2 bacteriólogos, una coordinadora médica, una psicóloga y un asistente de lavado canino. Los servicios que presta son: valoración, vacunación, desparasitación, odontología, cirugía general, laboratorio clínico, imagenología (RX y ecografía) y esterilizaciones. En el caso del de Manizales no existe claridad al respecto.
 Lo cierto es que ahora hay la obligación de poner a funcionar ese hospital, para que no se quede convertido en un elefante blanco. Antes de que se le destinaran recursos muchas personas se lamentaron que no se tuviera una preocupación similar con la salud de los niños, por ejemplo, que en el pasado vieron limitados los servicios en el antiguo Hospital Infantil. Ahora, la preocupación es cómo lograr que este lugar especial para mascotas sea sostenible en su funcionamiento.
 Es pertinente que los servicios que se proyecta prestar en ese lugar favorezcan a los animales de calle y a los de propietarios de estratos 1 y 2, que recibirían el servicio gratis, pero hay que buscar que no se limite a ese segmento poblacional, ya que resultaría demasiado oneroso su sostenimiento. Hay que pensar en que sea un centro al servicio regional, no solo de Manizales, y con acceso para todos los propietarios de mascotas sin importar estrato, obviamente con venta de servicios que aseguren ingresos que, al menos, cubran los gastos de funcionamiento.

Seguimos pensando que la mejor solución para esto habría sido un convenio con la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la Universidad de Caldas, para ampliar la cobertura y favorecer a las familias de menores ingresos, pero ante lo hecho hay que buscar que se cumpla el fin de la construcción. No hay que descartar que se pueda llegar a un acuerdo con la Universidad para que funcione bajo su coordinación, pero es algo que debe ser bien analizado. También se podría pensar en que consultorios y centros veterinarios privados usen esas instalaciones para ofrecer sus servicios.