La discriminación de la que son víctimas miembros del personal médico en Colombia, por algunos considerar que son factores de riesgo para el contagio de la enfermedad Covid-19, es algo inaceptable, torpe y absurdo, pero más que nada es inhumano. Bien hace el Gobierno Nacional en analizar la posibilidad de que dichos comportamientos sean sancionados no solo socialmente, sino de manera económica.
Los profesionales de la salud se juegan por estos días su vida, literalmente, para tratar de mitigar la expansión del coronavirus, y por la misma razón lo mínimo que deberíamos brindarle es solidaridad y agradecimiento. Nadie mejor que ellos conoce cuáles son los protocolos para no dejarse contagiar y para evitar llevar la enfermedad a otros, por lo que actitudes de algunos taxistas y otros miembros del transporte público que se rehusan a transportarlos solo demuestran su máxima ignorancia.
Vienen días difíciles en los que el número de casos de portadores del virus se incrementará en forma rápida y será vital el trabajo de médicos y enfermeras para atender a esas personas y salvarles sus vidas. Con heroísmo, que ya ha sido reconocido en varios países con toda clase de expresiones, trabajarán día y noche para atender las consecuencias de una pandemia que compromete ya a poco más de 1 millón de personas en el mundo. Ante semejante responsabilidad, tenemos la obligación moral de colaborarles sin discriminarlos.
Lo que deben hacer taxistas y demás transportadores públicos es, justamente, aprender del personal de salud las mejores prácticas de prevención, en las que deben incluirse tareas como la desinfección permanente de los vehículos, el lavado de manos y uso de gel antibacterial y, en general, los mínimos protocolos establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Solo con esa básica prevención se alcanzaría una protección real y efectiva; no podemos despreciar a quienes solo merecen reconocimiento y respeto.
Quienes deberían sufrir rechazo social no son los trabajadores de la salud sino aquellos insensibles que son capaces de lastimar sin consideración. En Manizales se creó desde la semana pasada la Ruta de la salud, con el apoyo de las universidades Nacional y de Caldas, además de la Chec y la Alcaldía, con el propósito de facilitar el traslado a muchos médicos y enfermeras y evitar desplantes en su contra. No obstante, esa alternativa se quedaría corta en un escenario crítico y es urgente e imperioso que cesen esas discriminaciones.
La bajeza con la que han sido tratados médicos y enfermeras por está época, incluso por vecinos, contrasta con los aplausos que se han escuchado varias noches para reconocer su valor y dedicación; bien podrían preferir no arriesgar sus vidas. Además, ante la realidad de malos salarios que la gran mayoría de ellos recibe es el momento de reflexionar acerca de si es justo y suficiente lo que se les paga, cuando tienen que soportar incluso ser maltratados y ofendidos sin razón alguna.
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