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En los últimos 14 días, de acuerdo con los reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Colombia aparece como el cuarto país del mundo con más casos reportados de covid-19. La lista la encabeza India con 1 millón 813.439; después están Brasil (848.182) y Argentina (416.393). Luego de Colombia está Estados Unidos con 217.090. Si se contrastan estos números con la población total de los países que encabezan la lista, salirnos muy mal librados. Esto evidencia que el momento es crítico para la pandemia en Colombia, donde el reporte de casos en lugar de descender se incrementa cada semana.

Otras cifras que ilustran el presente de la emergencia sanitaria en el país corresponden a la comparación de los que han sido picos de contagio. La cifra más alta de nuevos casos del primer pico ocurrió el 19 de agosto del año pasado con 13.056; en el segundo alcanzó la cifra más alta el 15 de enero pasado con 21.078 casos, y en este tercer pico el valor más alto se dio el 4 de junio, hace una semana, con 30 mil nuevos casos de la enfermedad. Las muertes también van en franco ascenso; hasta abril la cifra más alta había sido 400 fallecimientos reportados el 22 de agosto del 2020, mientras que el promedio de las dos semanas recientes es de 518 decesos en Colombia por el coronavirus.

También es verdad que durante mayo y junio se ha logrado acelerar la vacunación contra esta enfermedad en Colombia. Ya estamos en 12 millones 206.104 vacunas aplicadas, de las que 3 millones 594.039 corresponden a segundas dosis, lo que significa cerca del 10% de cobertura completa del total previsto de 35,2 millones de colombianos vacunados al final del 2021. Al ritmo que se avanza, a finales de junio podremos estar cerca del 20%. Frente al país y comparado con el total de la población, en Caldas y Manizales el proceso va más rápido que en el promedio nacional.

Ahora bien, desde la primera semana de este mes el Gobierno Nacional tomó la decisión de decretar la apertura casi total de todos los sectores económicos, solo con las restricciones de bioseguridad de distanciamiento y uso de tapabocas. Esa determinación generó la reacción de los gremios médicos en el país, que consideran inconveniente una apertura tan ambiciosa en un momento en el que se tienen las peores cifras de contagio, ocupación de unidades de cuidado intensivo y de fallecimientos por la pandemia.

Tienen razón los médicos en preocuparse, pero la verdad es que en medio de la crisis económica que se vive, que también se ha agravado por el paro nacional que ajusta mes y medio en las calles, mantener las restricciones sería contradictorio. Para muchos el virus del hambre y la pobreza resulta mucho más peligroso y letal que el coronavirus. Bajo esta dura realidad no queda más camino que insistir en el autocuidado y en afinar los protocolos individuales, familiares y corporativos de bioseguridad. Como sociedad debemos demostrar que seremos capaces de superar con éxito esta emergencia.