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La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (Ubpd) no tiene mucho protagonismo, no es muy conocida por los colombianos, pero viene desarrollando un trabajo muy importante y significativo para develar la realidad de lo ocurrido durante el conflicto armado. Como resultado del acuerdo de paz con las Farc, fue creada esta unidad que ya ha logrado en poblaciones como Dabeiba (Antioquia) hallar los cadáveres de personas fallecidas en la guerra, quienes desaparecieron dejando un enorme vacío en sus familias.
Desde mediados de octubre funcionarios de esa unidad realizaron una intervención humanitaria en Samaná (Caldas), considerado el municipio con mayor cantidad de víctimas del conflicto en el departamento. Numerosas familias de esa región sufren desde hace años la ausencia de sus seres queridos; el trabajo que se realiza con numerosos cadáveres que fueron sepultados como NN podría conducir ahora a su identificación, y con ello el fin de la espera y búsqueda incesante de sus allegados.
El equipo forense lleva a cabo un meticuloso trabajo científico, para determinar las posibles lesiones que los llevaron a la muerte, analizar sus vestimentas y embalar los restos de manera cuidadosa para llevarlos a los laboratorios de Medicina Legal en Bogotá, en donde se buscará contrastarlos con la información genética de quienes buscan a sus familiares desaparecidos. Hay gran esperanza en el trabajo hecho en el cementerio San Agustín, de Samaná, durante las semanas recientes.
Es un oficio complejo, ya que también se exploró el osario común, en el que hay restos de entre 1.500 y 2 mil personas; otras acciones dispendiosas son las cartografías sociales para reconstruir las posibles rutas de desaparición y el hallazgo de lugares de sepultura. En esa población del oriente caldense se tuvo por estos días una exposición de 110 fotografías de personas que están desaparecidas. A otras 182 personas les tomaron muestras biológicas para contrastar y empezar a atar cabos. Es probable que en esta ocasión se despejen dudas acerca de 26 de ellas, que corresponden a cadáveres que serán analizados.
Gracias a una medida cautelar ordenada por la Sección de Ausencia de Reconocimiento de Verdad de la Justicia Especial para la Paz (JEP), y la información recogida por funcionarios de esa justicia transicional, hoy se sabe que el 43% de las personas desaparecidas en esa región caldense habría terminado en los ríos, el 39% en fosas clandestinas y el 15% en cementerios. Adicionalmente, el Registro Único de Víctimas contiene reportes de 1.028 casos en La Dorada, 119 en Norcasia, 551 en Samaná y 129 en Victoria.

Está previsto que labores similares sean ejecutadas en esos otros municipios de la zona, donde cientos de familias aún sufren por la ausencia de sus seres queridos. Aunque saber que están muertos no es una buena noticia, desde luego, sí puede convertirse en un descanso a la angustia permanente por la incertidumbre de su paradero. Hay 45 lugares de toda esa amplia zona que serán intervenidos próximamente, y en los que se pretende dejar atrás el sufrimiento que significa no poder despedir de manera digna a sus muertos.