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El miércoles se contó en este diario la historia de Johan Estiven Sepúlveda Velosa, de 8 años, y su familia, quienes viven en la vereda El Zancudo, a los pies del volcán Cerro Bravo, y quien estudia en la escuela Mercedes Ábrego, perteneciente a la Institución Educativa Montebonito, de ese corregimiento del municipio de Marulanda. En ese relato se retratan los esfuerzos enormes que hace Paula, la madre de Johan Estiven, para ir en mula cada 20 días a llevar las tareas del niño y a recoger los materiales para continuar las labores escolares. Es un viaje de 3 horas de ida y 3 horas de vuelta por caminos de herradura.

 La falta de conectividad para acceder de manera virtual, así como la ausencia de un computador para realizar sus trabajos, obligan a que el aprendizaje se dé en forma tan distante como incompleta, sin que se apliquen soluciones inmediatas para equilibrar sus posibilidades de estudio con las de otros niños que están en el área urbana. Esa es la triste realidad de miles de estudiantes que en nuestras áreas rurales, aunque lo quieran y se esfuercen por lograrlo, no pueden acceder al sistema educativo con igualdad de oportunidades. Es una educación limitada, en la que solo los enormes esfuerzos propios y de sus padres permiten que la ilusión de un mejor futuro siga viva.

 Durante la pandemia de covid-19, debido al cierre de las escuelas y colegios, la educación a distancia con la ayuda de tecnologías se ha impuesto, pero en múltiples casos ha implicado la fractura de los procesos educativos, precisamente por la imposibilidad de usar las plataformas virtuales por falta de equipos y graves problemas de conectividad. Esa es una realidad que fue desnudada por esta emergencia sanitaria, y frente a la cual se vienen aplicando correctivos que, no obstante, resultan insuficientes.

 En el caso de Caldas, en sus 886 sedes rurales, cerca de 30 mil hijos de familias campesinas buscan educarse con la meta de lograr un mejor futuro, pero en las circunstancias actuales en lugar de cerrar brechas, estas se han visto ampliadas. El panorama no es favorable para que la educación de estos niños mejore pronto. En el mismo reportaje se cita un informe del Ministerio de Educación, con corte al 5 de abril de este año, que muestra que solo el 15% de los 93 mil 44 alumnos de los 26 municipios caldenses (sin contar Manizales) tienen conexión a internet. En Colombia el promedio es de apenas el 14%. Los estudiantes de la capital caldense logran llegar al 87%, ya que 38.585 de los 44.109 matriculados tienen conexión, pero el ideal es llegar al 100%.

Una estrategia que se viene impulsando es la entrega de tarjetas sim con datos a los estudiantes, pero son muchos los casos como los de la familia Sepúlveda Velosa, donde ni siquiera tener esos datos ayuda realmente porque la cobertura de internet es muy deficiente donde viven. Ahora bien, tener un equipo con acceso a la red ayudaría mucho a paliar un caso como este, sin embargo no puede perderse de vista que esta es una necesidad de muchos niños del campo que afrontan dificultades parecidas en Caldas y en Colombia.