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En menos de un mes, el 2 de junio, será la primera audiencia formal contra Darío Antonio Úsuga, alias Otoniel, ante la justicia de los Estados Unidos. El líder del Clan del Golfo, que fue capturado en nuestro país el pasado octubre del 2021, llegó ayer al país norteamericano extraditado desde Colombia, para responder por varios delitos de narcotráfico, condensados en un largo prontuario. Está recluido en una penitenciaría del distrito de Brooklyn.
De acuerdo con el Fiscal General del Distrito Este de Nueva York, Brian Peace, quien recibió a Úsuga en el aeropuerto John F. Kennedy de esa ciudad, el delincuente colombiano irá a un juicio en el que se le acusará de llevar numerosas toneladas de cocaína desde Colombia, y al mismo tiempo se mantendrá comunicación con la justicia de nuestro país, con el propósito de que también pague por los crímenes cometidos en nuestro país, entre los que se cuentan asesinatos, secuestros, extorsiones, desapariciones forzadas y violaciones, entre otros.
La idea es que Otoniel pueda seguir hablando acerca de su participación en el conflicto armado colombiano y aportando elementos de verdad que satisfagan los deseos de las víctimas de que se aclaren los hechos que los afectaron de manera grave. Es cierto que para las víctimas colombianas hubiese sido mejor, como trataron de lograr ante instancias judiciales, que antes de ser extraditado el criminal extraditado pagara antes sus delitos aquí, pero la decisión del Consejo de Estado de desestimar esas pretensiones, abrió el camino para que fuera enviado a Nueva York, como en efecto ocurrió.
Ante esta realidad, es fundamental que, en realidad, ambos países trabajen para que haya una cooperación judicial que no solo logre un castigo ejemplar en los Estados Unidos, sino que tras cumplir la condena allí regrese a Colombia a responderles a todas las personas que resultaron gravemente afectadas por sus actuaciones criminales.
Por lo pronto, se conoce que la cárcel que lo espera para su condena en Estados Unidos es la de ADX Florence, en el estado de Colorado, donde son enviados los peores criminales de ese país. Ojalá que no termine como otros narcotraficantes en el pasado, que tras aceptar sus delitos y colaborar con informaciones, terminaron libres y protegidos, incluso con identidades cambiadas.
Es triste reconocerlo, pero era necesario enviar cuanto antes a Otoniel al país norteamericano, ante el riesgo permanente de su fuga. Ya hemos visto cómo otros delincuentes han logrado permear a directivos del Inpec y huir sin dejar rastro, y la posibilidad de que eso se repitiera con este capo era una gran amenaza, y por eso era fundamental sacarlo de Colombia antes de que lograra burlar a la justicia.

Ahora se habla de un supuesto paro armado del Clan del Golfo para rechazar la extradición, y ante esto debemos recordar que esa organización criminal hace presencia en 12 departamentos del país con 22 estructuras armadas que tiene en jaque la seguridad del país, y con capacidad para lograr una mayor desestabilización del orden público. Esperamos que las autoridades puedan enfrentar con determinación esta amenaza y que se pueda garantizar la tranquilidad en todo el territorio.