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Empiezan a posesionarse los alcaldes electos en Caldas para el periodo 2024-2027, juramento que los obliga a cumplir y a hacer cumplir la Constitución y las leyes en sus municipios como brújula que guíe sus actuaciones en los próximos cuatro años. Ahí están asuntos como mantener la tranquilidad y el orden público; además de garantizar salud, educación, cultura, recreación, deporte, que no pueden contemplarse como logros de una Administración, es lo mínimo a lo que están obligados.
Los mandatarios que asumirán funciones en propiedad este 1 de enero no pueden dejarse cegar por el poder que les confiere la ley. No hay peor dirigente que aquel que no sabe ni quiere escuchar, que se cierra a sus ideas porque es el alcalde, y en esta categoría hay varios en Caldas terminando periodo el domingo, pero con pésima imagen y baja aceptación. A los entrantes tampoco les servirá empezar a gobernar poniendo el espejo retrovisor sobre lo que hicieron o dejaron de hacer sus antecesores. Si encuentran irregularidades deben denunciarlas ante organismos competentes para evitar enredos e investigaciones posteriores.
Indispensable que escojan un gabinete más técnico que político, aunque la mayoría de alcaldes, por no decir todos, llega con compromisos frente a sus avaladores en campaña. En el argot político se afirma que cada torero llega con su propia cuadrilla, con la gente de su entera confianza. Eso es entendible, pero tampoco para permitir que le impongan personas con los peores perfiles para un cargo. De un buen gabinete integrado por mujeres y hombres capaces, conocedores, con experiencia en lo público, depende en gran medida el éxito de una Administración. Entre más cambios se vea obligado a hacer un alcalde, menos continuidad de los procesos logrará.
También debe venir pronto la ejecución de los recursos públicos, más ahora cuando la economía nacional no atraviesa por buenos momentos y los entes territoriales se convierten en salvavidas de renglones como la infraestructura, la educación, la salud, lo social. No puede ser que el primer año las administraciones se dediquen exclusivamente a planear, hay que hacerlo, pero deben empezar a ejecutar cuanto antes porque cuatro años son muy poco tiempo. Los alcaldes tampoco deben delegar el manejo de las finanzas públicas en su totalidad, deben estar al tanto de su distribución y ejecución.

Actuar con transparencia se debe mantener como mantra en todas las administraciones que comienzan. El departamento ya sufrió y bastante con el caso de corrupción Las Marionetas, que ha dejado hasta ahora a cinco municipios sin sus alcaldes por su vinculación a este proceso y en espera de acuerdos con la justicia. No se pueden repetir hechos como este, las alcaldías deben tomar las medidas posibles para blindarse de cualquier tipo de delitos a la administración pública y optar por la práctica del buen gobierno. Lo que asumen los alcaldes es un reto grande porque gobernar con pocos recursos no es nada fácil, pero para eso se hicieron elegir y deben demostrarlo de la mejor manera.