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Para que un proyecto de las características del Aeropuerto del Café pueda iniciar obras requiere esencialmente disponer de recursos y de que haya voluntad política, y hoy estas dos condiciones penden del Gobierno Nacional. Si falta una, lo concerniente a la ingeniería, a lo técnico, a lo jurídico jamás podrán avanzar. Preocupan a la región las recientes declaraciones del ministro de Transporte, William Camargo, en cuanto a que el proyecto sí se va a acompañar, pero que por ahora no habrá plata adicional a los $518 mil millones del Gobierno.
Queda entonces sometido este proyecto a transitar en un círculo vicioso. Si la región ya hizo su esfuerzo financiero inicial, falta el de la Nación, pero completo, porque solo ha transferido 11,67% de lo prometido y sin esos recursos no hay manera de lograr el cierre financiero que tanto pide la Presidencia de la República para proseguir. Existen $603 mil millones de aportes conjuntos, en manos de la Nación, pero a precios de hoy se calcula que el proyecto cuesta por lo menos $1 billón en su primera fase. El Gobierno se comprometió a no tocar esos recursos para otras iniciativas, pero no se entiende que se resista a llevarlos al Patrimonio Autónomo de Aerocafé, donde quedarían con destinación única y salvaguardados.
En materia de voluntad política la situación de Aerocafé tampoco es buena. El presidente Petro, desde sus primeros meses en el cargo, recibió información en una visita a Manizales de que este era un proyecto de las élites, como se lo dijo el entonces alcalde, Carlos Mario Marín. Ese calificativo se convirtió en espada de Damocles, de la que no sale Aerocafé aunque el gobernador actual, Henry Gutiérrez, sostenga ahora, tras la visita del ministro, que sí hay voluntad del Gobierno y que se pasó de un no rotundo de finales del año pasado a contemplar la construcción con ingeniería militar, pero que reconoce el mismo mandatario implica entrar en una fila muy larga para esperar turno. La designación esta semana del abogado Fernando Merchán como nuevo gerente para Aerocafé deja más inquietudes que certezas. Se declara cercano al representante a la Cámara Santiago Osorio, el primo del exalcalde Marín que también ha cuestionado fuertemente el proyecto. Ahora resulta que elaboran juntos una hoja de ruta para ir a Bogotá y hacer gestión. Según Merchán, Osorio es el enlace más poderoso de Caldas con el Gobierno Nacional. ¿A qué se debe el abrupto cambio de criterio del representante, quien hasta el año pasado decía que Aerocafé no era un proyecto prioritario y había que pensar en otras iniciativas para Caldas?

Hay que empezar por sincerarse con la región y dejar de ver a Aerocafé como botín político, lo que mucho daño le ha hecho ya. Caldas necesita un aeropuerto para su competitividad, no una terminal de las mismas características de La Nubia, y eso lo deben tener claro la dirigencia política, las autoridades, los gremios, la ciudadanía. Si el Gobierno nacional requiere información sobre el estado real de la obra, suspendida desde hace un año y medio, es algo que ya se tiene y se ha expuesto, pero parece que los protagonismos individuales es más lo que confunden al alto Gobierno. Por eso la necesidad de que se gestione en colectivo para que el proyecto no siga en veremos.