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Siempre será doloroso tener que registrar tragedias, sean en nuestro territorio o en cualquier otro sitio del país. Pero es muy triste el desastre ocurrido en el departamento de Chocó, por derrumbes de tierra en la vía Quibdó-Medellín, zona rural de El Carmen de Atrato, que ha dejado hasta el momento 35 personas muertas y se estima que podrían estar bajo tierra otros 10 cuerpos de desaparecidos, motivo por el que unos 130 uniformados del Ejército y organismos de socorro siguen en las labores de búsqueda y rescate. Aunque hay familiares que guardan esperanzas de encontrarlos con vida, como ha sucedido muchas veces en este tipo de siniestros y de eso puede dar cuenta Manizales.

Lo más lamentable es que esto haya sucedido en un departamento olvidado por el Estado. Ni anteriores gobiernos nacionales ni el actual, de Gustavo Petro, se han preocupado por hacer inversiones grandes en Chocó, especialmente en materia vial que es de lo que más requieren para empezar a mejorar las precarias condiciones de vida en que se encuentra su población. Ya es hora de que los chocoanos y quienes tienen que circular por estos trayectos, incluyendo la vía por el departamento de Risaralda, no se sigan exponiendo a transitar por peligrosas carreteras y caminos que carecen de tratamientos técnicos para reducir los riesgos.

Se conoció la advertencia que le hizo al Gobierno nacional la Asociación Colombiana de Geólogos y Geofísicos de la Energía porque, según sus estudios, tragedias como esta se podían haber evitado porque hubo deslizamientos en días anteriores que alertaron del riesgo. Esta organización considera que el Gobierno debe tener en cuenta los conceptos geológicos para planear proyectos de desarrollo e infraestructura y para actualizar los instrumentos de ordenamiento territorial. Es un llamado que piden aplicar en todo el país, incluso sugieren que desde la Nación se debería nombrar un geólogo por municipio para que sirva de guía y apoyo a la hora de planificar y ejecutar proyectos.

No es la primera tragedia que lleva a críticas al Gobierno nacional. Departamentos como Caldas, particularmente desde el municipio de Supía, ha elevado muchas las solicitudes a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) pidiendo apoyo para intervenir las zonas afectadas por los frecuentes desbordamientos del río Supía y de las quebradas Grande y Rapao que han llevado a inundaciones como la ocurrida en septiembre del 2022, que dejó una persona muerta, siete lesionados y unas 1.300 familias afectadas, pero sin lograr una respuesta positiva y de apoyo para ejecutar las obras que se requieren y se han planteado. Esta falta de actuación oportuna impide reducir los riesgos y más bien está dejando expuestas a las comunidades.

Hasta el papa Francisco pidió el domingo en el Ángelus desde Roma no olvidar rezar por las víctimas del derrumbe en Chocó. El presidente Petro, contrario a estar tan preocupado por la política internacional y los sucesos en otros países, debería concentrarse en resolver primero las necesidades de los colombianos. Chocó le está pidiendo ayuda, igual que otros departamentos como Caldas, esas deberían ser sus prioridades, y eso que Chocó fue de los departamentos que más lo apoyaron con votos para que llegara a la Presidencia.