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En mediciones anteriores, Manizales y su área metropolitana (Villamaría) aparecían en el Top 5 de la competitividad de las principales ciudades colombianas. Esta vez, según el Índice de Competitividad de Ciudades (ICC) 2022, elaborado por el Consejo Privado de Competitividad (CPC) y la Universidad del Rosario, la capital caldense perdió un puesto y ahora se ubica en el sexto lugar que, si bien, no es malo, sí constituye una caída frente a otras capitales, lo que nos debe llamar a la reflexión y reaccionar para contener la caída.
De tener un puntaje de 6,32 el año pasado, se bajó a 6,21 en la escala de 10, lo cual significa que en el último año se bajó la guardia y es fundamental volver a levantarla, e incluso lograr que para el 2023 pasemos de largo en ascenso frente a los puntajes alcanzados en el pasado. Si vemos que Bogotá D.C. tiene una calificación de 7,8, seguido por Medellín con 6,99, Tunja (6,43), Cali (3,36) y Bucaramanga (3,26), que son las ciudades que nos superan, es claro que hay mucho campo para avanzar y crecer.
Es importante que estemos sobresaliendo en sostenibilidad ambiental e innovación, en las que somos segundos, después de Bogotá, y también nos va relativamente bien en el mercado laboral (terceros) y en el tamaño del mercado (apertura comercial y mercado externo), lo que hay que destacar, si vemos las diferencias de tamaño de las ciudades. Son, en fin, 106 indicadores duros, tomados de fuentes oficiales, agrupados en 13 pilares y 4 factores (Condiciones habilitantes, Capital humano, Eficiencia de los mercados y Ecosistema innovador), que es necesario analizar uno a uno.
Sin embargo, en el sistema financiero (3,9 sobre 10, el peor de todos, en el último lugar), en salud, en educación básica y media, en sofisticación y diversificación, en entorno para los negocios y en infraestructura y equipamiento estamos muy mal, y nos hemos demorado en reaccionar. Preocupa mucho que los problemas de la salud sigan pesando en el resultado negativo, pero lo peor es que en una ciudad que se dice educadora la educación básica y media sigan con tantas deficiencias.
En el caso específico de educación, la cobertura sería la peor calificada, y en esto resulta vital poner la lupa en lo que está ocurriendo para que el puntaje sea tan bajo. Hay hipótesis acerca de una supuesta falla en las bases estadísticas del DANE, o lo que ocurre en el vecino municipio de Villamaría que perjudica el resultado global, o lo que corresponde a los problemas educativos en la ruralidad. Cualquiera que sea la explicación debe tomarse el toro por los cuernos y aplicar los remedios necesarios, de la manera más pronta posible.

El ICC debe servirnos para proyectar políticas públicas consistentes, y enfrentar de manera directa asuntos que aumentan la sensibilidad en las mediciones, y en los que el sector privado y público deben enfocar sus mayores esfuerzos. En eso se requiere mucha coordinación, inclusive con la Administración departamental, ya que la competitividad de Caldas también es importante subirla (hoy es séptima con 6,3 puntos). Así que, los desafíos son variados, y para el año próximo hay que recuperar el terreno perdido.