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Colombia terminó el 2022 con una inflación del 13,12%, de acuerdo con el informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). Eso significa que sufrió un incremento de 7,5 puntos porcentuales, para llevarla a más del doble de la cifra al cierre del 2021 cuando la inflación fue de 5,62%. Es muy preocupante que se haya alcanzado ese nivel, cuando los analistas más pesimistas calculaban un máximo de 12,9%.
Lo peor es que ese exagerado incremento de la inflación se relaciona con el encarecimiento de los alimentos y bebidas no alcohólicas, así como con el costo del agua, la electricidad, el gas y los alojamientos. De hecho, resulta escandaloso que en el grupo de alimentos y bebidas no alcohólicas la inflación sea del 27,81%. El problema más grave es que las alzas de comienzos del año ya agotaron buena parte del poder adquisitivo aportado por el alza del salario mínimo y, paradójicamente, esa misma alza podría impulsar más la inflación para este año.
En medio de tan inquietante panorama, se tiene el reto de que las medidas del Banco de la República y las decisiones económicas del Gobierno Nacional sean muy responsables, y que estén orientadas a evitar que la inflación, que es considerada la peor carga impositiva para los hogares de menos recursos económicos, siga subiendo. Por el contrario, lo que se necesita es que se aplique una estrategia exitosa que garantice que en el 2023 la inflación comenzará a bajar a buen ritmo.
El consuelo para los manizaleños es que nuestra ciudad fue la segunda, después de Bogotá, con la menor inflación en el país. No obstante, la cifra es de todos modos bastante elevada: 12,61%, lo cual representa un incremento de 6,63 puntos porcentuales frente al indicador de 5,98% al final del 2021. Aquí los alimentos también fueron los que más incrementaron sus precios (27,15%), lo que representa un fuerte golpe a los presupuestos de los hogares.
Desde luego que el fenómeno de la inflación no es exclusivo de Colombia, y que es solo una de las expresiones de la crisis económica mundial que amenaza con una posible recesión global, pero desde las decisiones que asuman el Emisor y el Ejecutivo Nacional será posible incidir para combatirla. El hecho que que un nivel de inflación como el actual no se haya tenido en el país desde 1999 llama a que se asuma seriamente la posibilidad de controlar variables que puedan afectarla, porque en la medida en que se le derrote, la salud de la economía en general puede mejorar.

Algunos analistas consideran que el 2023 podría cerrar con una inflación cercana al 8%. Siendo aún muy alta, sería un logro significativo un descenso de más de 5 puntos porcentuales, si eso se llegara a concretar. De todos modos, hay que ser muy cuidadosos, para que el freno a la economía no sea grave, y en esa medida el Banco de la República debería evitar, en lo posible, subir más las tasas de interés, que ya están bastante altas, en el 12%.