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La negativa de varios partidos políticos de asistir a la Comisión de Seguimiento Electoral es resultado de los atropellos recibidos desde el Gobierno, no solo con maltratos verbales de toda laya, sino porque ha cerrado las puertas para el consenso una y otra vez, a pesar de que desde su posesión, el presidente Petro anunció que buscaría un acuerdo nacional. Sus procederes han demostrado que pretendía era que le avalaran todas sus ideas, sin ningún ánimo de escucha o de construcción colectiva. En ese contexto es entendible el rechazo de los partidos, pero no se pueden cerrar las puertas al diálogo.
La Comisión de Seguimiento Electoral debe enfocar sus esfuerzos en que se tomen las decisiones en función de garantizar un proceso democrático y seguro, aunque ya quedó herido de gravedad con el atentado al senador y precandidato presidencial del Centro Democrático Miguel Uribe Turbay. Por lo menos se ha anunciado que se reforzarán los esquemas de seguridad de los precandidatos, decisión que llega tarde, pero ojalá sirva para evitar que se repita lo ocurrido.
En un país donde el crimen es pan de cada día, no se deben desestimar las amenazas, evidentes y soterradas, que se pueden presentar contra los líderes y siempre hay que actuar con la idea de que algo malo puede pasar. Los políticos han recordado estos días que desde hace rato se le reclama al Gobierno por el manejo que se da a la Unidad Nacional de Protección (UNP), encargada de la seguridad de unas 12 mil personas en el país. Las críticas han sido por la restricción de los esquemas de varios políticos, por la falta de respuesta oportuna, así como de actuaciones non sanctas como el transporte de cabecillas de disidencias de las Farc, entre otros.
El abogado de la familia de Miguel Uribe dijo que solo este año el senador había enviado 23 solicitudes a la UNP para que reforzaran su seguridad. Se conocen las dificultades para mantener la protección a todas las personas que lo solicitan, pero es evidente que la entidad no responde a las necesidades del país, que en materia de seguridad está mal. El atentado contra el precandidato del Centro Democrático es parte de la escalada, porque parece que no hubiera estrategia para combatir los grupos armados y al no hacerse esto la inseguridad aumenta y se necesita proteger a más personas.

Ojalá los partidos que se niegan hoy a dialogar con el Gobierno abran esa posibilidad, porque un dirigente tiene que estar en la capacidad de sentarse con sus oponentes y llegar a consensos. Así es que se construye la democracia. Eso sí, es igualmente importante que desde la Presidencia se entienda que la participación no puede ser instrumentalizada, como ocurrió en Venezuela. En ese país, cuando la oposición fue a reaccionar ya era demasiado tarde. Es hora de sincerarse y, sobre esto, es clave que lo hagan también las autoridades que investigan este crimen, que muestren resultados prontos y probados. No podemos repetir las historias del pasado, de casos que se quedaron sin resolver y que siguen abiertos después de décadas. El país se merece la verdad y pronta justicia