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La semana abre con un dólar al borde de los $5.000 (el viernes cerró en $4.885,54), tras cuatro récords seguidos en cotizaciones al alza durante octubre. Hace solo un mes estaba $500 por debajo, y la tendencia en lo que resta del año parece ser mantenerse subiendo. Las causas son variadas, desde factores macroeconómicos hasta consecuencias de problemas locales, pero lo más complicado es que la devaluación del peso colombiano, una de las más altas del mundo, coincide con una inflación también con orientación al alza, y al parecer sin contención.
Sin duda hay asuntos globales que influyen en lo que está ocurriendo, como la volatilidad de los mercados mundiales, que afecta de manera significativa a los países emergentes. Es cierto que el conflicto de la invasión rusa a Ucrania, unido a las decisiones de la Reserva Federal de los Estados Unidos de subir las tasas de interés, además de la amenaza de crisis energética por la posible escasez de gas natural en Europa, y hasta la inestabilidad política en el Reino Unido terminan afectando la economía y haciendo que el dólar se aprecie frente a todas las demás monedas, y que el peso también sienta el impacto.
Lo que también es verdad es que las contradicciones en el interior del Gobierno Nacional, donde algunos altos funcionarios y hasta el presidente, Gustavo Petro, lanzan mensajes que ponen nerviosos a los inversionistas internacionales, como que se hará control de capitales, entre otras irresponsabilidades, hacen que el peso se devalúe aún más. Además, insistir en que no habrá más exploraciones o explotaciones petroleras y de gas que las que ya están habilitadas, cuando el mundo está clamando por energías, no parece la mejor decisión, si lo que se quiere es tener recursos para financiar el ambicioso Plan de Desarrollo que empieza a confeccionar el actual gobierno.
El hecho de que el Presupuesto Nacional del 2023 haya sido aprobado ya en el Congreso de la República, con un financiamiento ya asegurado, seguramente ayudará a calmar las aguas, pero todavía está pendiente la aprobación de una reforma tributaria que le sigue preocupando a muchos sectores del ámbito productivo. Eso hará que a los factores externos se sigan sumando variables internas que deberían ser despejadas lo más pronto posible. En ese sentido, es positivo el anuncio del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, de culminar la emisión de Títulos de Deuda Pública (TES) en lo que resta del 2022.
Además de cumplirse así con la Regla Fiscal, se evita que la deuda pública se encarezca. Sin embargo, eso no garantiza que el dólar se contenga en su subida, por lo que es muy probable que pronto se supere la barrera de los $5.000. Hay muchos portafolios financieros que están saliendo hacia los Estados Unidos en busca de mejores rendimientos, sobre todo porque la Reserva Federal se muestra inclinada a nuevos incrementos en las tasas, como una medida para tratar de frenar la inflación estadounidense, que se acerca al 10%.

Al hacer un balance, desde cuando Gustavo Petro fue elegido presidente la devaluación es del 21%. Ahora bien, en el año completo, desde octubre del 2021, es del 25,75%, lo que evidencia que es una tendencia que se traía, pero se aceleró desde mediados del año. Por eso, lo que se necesita de su gobierno es que trabaje en serio en medidas como aumentar las exportaciones, como ya lo dijo, pero sobre todo evitar más declaraciones erráticas de sus ministros, que terminan causando incertidumbres innecesarias, fatales para la economía nacional. Más que nada, el Ejecutivo debe tomar conciencia de que la transición energética se acelera si se asegura a futuro el significativo ingreso que hoy brindan los hidrocarburos, por lo que hay que fomentar nuevas exploraciones y explotaciones para poder consolidar la transición.