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Ecopetrol es la empresa colombiana con participación estatal más importante, sin duda, a la que hay que proteger y administrar de la mejor manera, para que pueda seguir entregando al gobierno la gran cantidad de recursos que año tras año transfiere para poder financiar el Presupuesto Nacional y cumplir las metas del Plan de Desarrollo. La conformación de su Junta Directiva y la designación de presidente de la compañía es un asunto delicado que no puede tomarse a la ligera, pero también es evidente que al tener el Estado mayoría accionaria, es el presidente de la República quien debe dar el visto bueno a quienes ocuparán esas posiciones. 
La manera en que se dieron algunos cambios en la cúpula esta semana no fue la mejor para la seriedad y solidez que se necesita en esa importante empresa, e incluso esos vaivenes parecen haber influido para que un dólar que ya venía con cotización a la baja, con el reversazo en la elección de presidente, reaccionara de nuevo hacia arriba. Esos son asuntos delicados que pueden tener consecuencias negativas para la valoración de la empresa, y para su mismo futuro, por lo que se requiere mucha sensatez.
Ahora bien, tiene razón el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, al calificar la escogencia de Carlos Gustavo Cano como presidente de la Junta de Ecopetrol, como prematura, al darse sin consultar a los accionistas mayoritarios, y evadiendo que tradicionalmente un representante nombrado por el presidente de la República es quien preside la Junta. Nombrar un presidente a espaldas de esa realidad fue un error, y ahora el Ejecutivo nacional lleva a esa posición a Saúl Kattan, quien es un hombre que goza de la confianza del mandatario.
Es muy importante,  además, que el presidente Gustavo Petro diga ahora que su mayor interés es elevar el valor de la empresa, y en ese sentido también es acertado que haya aclarado que no solo se mantendrán los contratos de exploración y explotación de hidrocarburos vigentes en Colombia, sino que también se firmarán nuevos contratos de ese tipo bajo el entendido de que esa es una fuente de recursos necesaria para poder desarrollar su obra de gobierno, en la que también se incluye la transición energética, que solo puede impulsarse con la financiación del actual esquema energético. 
En medio de la presente crisis mundial de energía y ante la inestabilidad económica que se vive en el planeta, sería absurdo renunciar ahora a la fuente de recursos que aportan el petróleo y el gas natural. Lo que tienen que planear muy bien Ecopetrol y el gobierno es cómo se va avanzando en el fortalecimiento de las energías limpias como parte de su portafolio, y de qué manera esos negocios ayudarán a valorizar mucho más a la empresa. Mientras eso se consolida, los combustibles fósiles tendrán que seguir siendo importantes para el país, más en un momento inflacionario y de devaluación del peso, cuando lo que más se necesita es ampliar las exportaciones. 

Cuando países como el Reino Unido, Noruega y Estados Unidos han tenido que retroceder en decisiones ante el dilema de los combustibles fósiles y las energías renovables, Colombia no puede quedarse sola sacrificando sus finanzas más importantes. Además, de esa manera se estarían expulsando inversionistas que de todos modos encontrarían en otros lugares de América Latina o el mundo la manera de impulsar sus negocios, solo por cuenta del idealismo de dejar enterradas las inmensas reservas energéticas con las que cuenta Colombia. Sin duda, hay que seguir impulsando la lucha contra el cambio climático, pero en esa misión también se requiere una alta dosis de realismo.