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De manera sorpresiva, en plena realización de la edición 90 del Congreso Nacional Cafetero, se conoció que de manera inusual una llamada desde el Palacio de Nariño fue el medio usado para pedirle al gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez Vallejo, dar un paso al costado, para permitir la llegada a ese cargo de una persona más cercana al presidente Gustavo Petro.
Corresponde esta situación a un episodio inusual e inconveniente, porque si bien en el gremio cafetero se manejan dineros del Estado, la posibilidad de politización de ese organismo, que ha tenido la virtud de la independencia de la política, podría conducir por caminos equivocados a un gremio que sigue siendo protagonista importante de la economía nacional. El gran riesgo es que se termine afectando una institucionalidad que es considerada ejemplo de buen manejo y de organización, incluso modelo exaltado fuera de Colombia.
No está bien que el actual gobierno busque forzar cambios en las cabezas de los gremios económicos, como ya lo intentó con la Andi, por ejemplo, de manera fallida. Si bien hay intereses comunes en los que sectores públicos y privados deben caminar de la mano, llevar esa relación al campo ideológico, para evitar la crítica, es algo que no puede ser, esa sería una gran equivocación que podría generar conflictos innecesarios y resultados contrarios a los que dice buscar el Ejecutivo.
De ninguna manera, así haya recursos del Estado involucrados, ningún gobierno de turno debería interferir en la libre determinación de los miembros de los gremios para escoger sus directivos, y menos de manera tan inoportuna. Ese es un involucramiento malsano que podría conducir a una excesiva injerencia del Estado en la dinámica de la economía, cuyos efectos serían muy negativos para el país. Son los mismos miembros de los gremios quienes deben liderar cambios en sus directivos, si es el caso, con la libertad y ánimo de salir adelante que les pertenece.
Además, al revisar la gestión de Vélez Vallejo, en términos generales es buena: volvió a fortalecer la caficultura, con producciones históricas que alcanzaron los 14 millones de sacos. No puede despreciarse que se haya alcanzado el récord de precio de cosecha, con un valor de $14,5 billones al cierre del año cafetero, en octubre. Sin duda, también ha tenido equivocaciones, como cualquier gerente con una responsabilidad tan grande, pero además de contar con una aceptación general de los miembros del gremio, ha trazado políticas de mediano y largo plazo que darán frutos más adelante.
Es necesario que en el proceso de escogencia de nuevo gerente reine la transparencia y seriedad de escoger un gerente que represente el sentir de la mayoría de cafeteros y que trabaje por las mejoras del sector con total independencia, y con miras en resultados que beneficien a las 540 mil familias dedicadas al cultivo del café en Colombia. Lo clave es que la politiquería no tenga espacio en una misión tan importante, como la de ser cabeza de la Federación Nacional de Cafeteros.