La edición 57 del Festival Internacional de Teatro de Manizales es además de una cita con las artes escénicas, una oportunidad para reafirmarnos como una sociedad que disfruta de la actividad cultural, es que permite confrontarnos e inspirarnos. Desde su creación, este festival ha puesto a Manizales en el mapa cultural del continente, convocando a intelectuales, dramaturgos, actores y pensadores que han hecho de nuestras calles y teatros un espacio de diálogo ético, estético y social.
En tiempos cuando la prisa y la distracción amenazan con diluir la memoria, el teatro se alza para recordarnos que desde muy temprano la humanidad encontró en las representaciones escénicas una forma de pensarnos como sociedad. Lo dijo Arthur Miller: “El teatro no puede desaparecer porque es el único arte en el que la humanidad se enfrenta a sí misma”. Y en Manizales, esa confrontación ha sido constante, fértil, necesaria. Cada edición del festival ha sido una oportunidad para mirarnos con otros ojos, para preguntarnos por el papel que jugamos en la trama colectiva. En la memoria quedan las controversias que han enriquecido el debate, que nos han enseñado a dialogar como comunidad.
Este año, el Festival se enmarca en un par de meses que se han convertido en ya tradicionales de la efervescencia cultural: ferias del libro, exposiciones, conciertos y talleres se dan entre septiembre y octubre cita con los manizaleños y caldenses. Y el teatro se exalta en el Festival Intercolegiado que continúa de la mano de Punto de Partida, también en la edición 19 del Festival Nazarista en Viterbo, avanza con una Muestra Alternativa del Teatro Tich, mientras que en Anserma ya son más de 30 años del TEAN, también intercolegiado.
Todo ello nos recuerda que esta expresión artística está bastante impresa en nuestras costumbres, en nuestros gustos. Esto es capacidad artística. El arte es una forma de respirar, de pensar, de sanar. Como escribió García Lorca, de quien se tendrá una adaptación en este Festival: “El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana”. Y en Manizales esa poesía se hace cuerpo, voz, comunidad.
Por todo esto, nos llama la atención la investigación realizada por la Corporación Cívica de Caldas que encontró que hay recursos girados del Ministerio de las Culturas con destinación específica a las compañías teatrales y que se quedaron durmiendo el sueño de los justos en las arcas de la Secretaría de Hacienda municipal. Se trataría en 10 años de unos $230 millones más rendimientos financieros de unos $50 millones. Un monto importantísimo frente a la precariedad que viven las compañías teatrales locales y que se sostienen con una dignidad y una capacidad admirables. Toda la escena teatral debe ser apoyada, debe contar con los recursos necesarios. Es hora de que se corrija este fallo. Que esta edición 57 sea, entonces, no solo una fiesta, sino también una promesa: la de seguir apostando por el arte como camino, como espejo y como futuro. Y una oportunidad para reconocer que el teatro está impregnado en nuestra humanidad y merece el apoyo en cada una de sus facetas, tanto en el espectáculo internacional como en la escena regional.