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En el 2019, durante la campaña a la Gobernación de Caldas, Luis Carlos Velásquez Cardona cargaba debajo del brazo, a donde fuera y lo invitaran, una casa a pequeña escala dentro de una urna transparente. Eran tiempos de su candidatura, y mostraba el prototipo para ambientar sus discursos. Como arquitecto que es, volvió este símbolo en una bandera de campaña. A medida que fue cogiendo fuerza política prometió que de llegar a ser el gobernador del departamento para el periodo 2020-2023 construiría 4.000 viviendas dignas para familias vulnerables.
La meta contemplaba inversiones de unos 300 mil millones de pesos para distribuir en programas en convenio con el Gobierno nacional y los alcaldes municipales, otro de casas prefabricadas para el sector rural y uno más de bloqueras comunitarias, cada uno con cifras específicas de alcance. Velásquez ganó la Gobernación y ahora, a seis meses de concluir su mandato, el balance no le favorece como se demostró en un informe publicado hace ocho días. Su Administración tuvo que bajar el indicador a 3 mil 375 viviendas proyectadas en siete líneas, de las cuales solo ha entregado 345 y en construcción hay 2 mil 284.
Entendible que este incumplimiento se deba en parte a los tiempos por la pandemia y parálisis que les tocó enfrentar a las actuales administraciones en su primer año, y como efectos colaterales en el mundo a los problemas en el suministro y encarecimiento en el costo de insumos para la construcción en los años siguientes. No obstante, el gobernador sí debe explicar cosas como por qué en la línea de Mil Viviendas, sin haber entregado una sola unidad, la Gobernación se ha gastado en asesorías 793 millones de pesos. Lo que dijo su secretario de Vivienda, Javier Eduardo Torres, es que son contratos de prestación de servicios porque este proyecto, como todos, necesita apoyo a la gestión.
Por mucho que trate de agilizar, el semestre restante es ya tiempo insuficiente para alcanzar las nuevas metas en las líneas de vivienda, como también lo hemos dicho frente a los retrasos en obras de infraestructura en la Alcaldía de Manizales, y de eso tienen que ser conscientes los mandatarios actuales. Entraron en la recta final y ahora deben buscar es salidas consensuadas que afecten lo menos posible los procesos que iniciaron. También blindar esta última fase de sus administraciones de la tentación de caer en trabajos a la carrera y mal hechos con tal de mostrar ejecuciones que les brinden es réditos políticos, pero no resultados efectivos para las comunidades. Sería el peor de los escenarios.

Varios alcaldes de Caldas están temerosos de que lo aportado para algunas de esas líneas de vivienda a la Gobernación, representado en los lotes para su desarrollo y recursos para el cierre financiero de los proyectos, no los vean cristalizados. Ellos también están de salida y es lógico que teman no saber cómo responder y de verse expuestos quizá a investigaciones posteriores. En una reunión con los alcaldes se intentó tranquilizar las aguas con anuncios de prontas obras. Esperamos que así sea con este programa exaltado por el Ministerio de Vivienda y hasta por organismos internacionales.