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El departamento de Caldas mantiene la tendencia de disminución en su Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) y eso es muy positivo, aunque en el 2024 haya tenido un repunte al alza de 1,8% comparado con el Índice del 2023. En siete años (2018-2024) el IPM más alto fue el del 2020 (14,5%), quizás como efecto de la pandemia mundial por covid-19, y desde el año siguiente comenzó a descender. Para entender si esto es bueno o malo, la pobreza multidimensional no solo se circunscribe a medir los ingresos de las personas, va más allá e incluye las carencias que tienen en aspectos como el acceso a educación, salud, trabajo digno, vivienda adecuada y servicios básicos.
Caldata, el portal estadístico de la Gobernación de Caldas, publicó el boletín de IPM 2024, construido con los datos de la Encuesta de Calidad de Vida del DANE, en el que muestra que el departamento se situó en 9,2%, cuando el Índice nacional fue de 11,5%. Al ser un indicador encaminado a establecer de una forma mucho más completa los niveles de pobreza y que tienen mucho que ver con la calidad de vida de los habitantes, puede estar evidenciando que se empezó a tener un deterioro en las condiciones de vida de las personas y justamente eso es lo que hay que establecer.
Sin que estén ocurriendo hechos coyunturales, al menos que se conozcan públicamente, ni que haya razones justificables y de peso para tener más pobreza, la Gobernación de Caldas y las alcaldías no se pueden permitir retroceder en este aspecto. Su responsabilidad y obligación constitucional es revisar qué puede estar ocurriendo en la ejecución de las políticas públicas, los planes y los proyectos para que no estén llegando a donde realmente los necesita la población para resolver sus carencias más apremiantes y que los hace muy vulnerables frente al resto de habitantes.
El impacto más alto en Caldas de pobreza multidimensional no puede mantenerse concentrado en las zonas rurales, comparado con las zonas urbanas; significa que persisten las brechas sociales y económicas en el departamento. El repunte del IPM, muestra Caldata, es hasta un 20,3% para el campo y un 6% en las ciudades. Lo peligroso de tener una diferencia tan amplia es que convierten al campo en territorio de inequidades, desigualdades e inseguridades. De allí que la desnutrición, la desescolarización, el hacinamiento, la inseguridad, la violencia, entre otros problemas sigan afectando más a la ruralidad. Por ejemplo, el trabajo informal en la zona rural asciende a 84,9% mientras que en las cabeceras urbanas es de 54,9%.

Si bien el incremento de pobreza multidimensional para Caldas en el 2024 se considera moderado con un 1,8% no nos puede dejar tan tranquilos porque Bogotá, la capital del país y con todos sus problemas asociados a la densificación de la población, tuvo el mismo repunte. Este segundo año del cuatrienio de nuestros gobernantes, que se considera ya de ejecuciones porque el primero fue para planear y proyectar, debe servir para orientar o reorientar procesos y dirigirlos sobre todo a mejorar las condiciones de vida de los gobernados de manera que fenómenos como la pobreza no sigan creciendo.