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La finalización del contrato de la Asociación Cable Aéreo Manizales (ACAM) con el Mío Cable en Cali, el cual le representaba utilidades cercanas a los $2.200 millones anuales, hará un inmenso hueco en las finanzas de esa entidad que se aboca a una crisis difícil de resolver y que cuestiona seriamente la sostenibilidad de ese sistema de transporte si no se hace acompañar de una estrategia más amplia para la movilidad de Manizales y Villamaría.
Luego de siete años de ser operado por la ACAM, será ahora Metrocali la que se encargue de administrar y operar el Mío Cable en la capital vallecaucana, situación que se venía advirtiendo desde hace varios años y frente a la cual, al parecer, no se tomaron los debidos correctivos a tiempo. Es natural que en una negociación como esta las partes traten de sacar ventaja y obtener resultados que les favorezca, y pareciera que la empresa manizaleña no se preparó adecuadamente para reaccionar ante lo que al final ocurrió.
Lo que esperamos ahora es que se haga todo lo necesario para mitigar el impacto de no contar con esos recursos y que se busque, en realidad, cómo reemplazar esos ingresos, de una manera seria y consistente. Se habla de un ambicioso plan comercial y de la posible administración de otros sistemas de cable no solo en Colombia sino en otros países, pero lo concreto es que las ganancias que llegaban por la operación del Mío Cable ya no estarán y que el 2023 será un año definitivo para demostrar que se puede corregir el rumbo.
De acuerdo con las cifras de la misma Asociación, el uso del cable aéreo viene mejorando en cuanto a número de pasajeros, ya que en el 2021 fueron 182 mil, y el año pasado subió a 239 mil, un alza cercana al 20%. La esperanza de la administración del cable es que con el incremento de la tarifa del servicio más las demás medidas comerciales que se estarán implementando, no haya una operación deficitaria, sino que se mantengan las ganancias. También se tendrá que seguir trabajando en evitar nóminas paralelas y gastos innecesarios, como ocurrió infortunadamente en una gerencia anterior, cuyo caso sigue en investigación por la Fiscalía.
Es innegable que el cable aéreo de Manizales, además de ser una modalidad de transporte público, muy pertinente para la topografía de la ciudad, es también una pieza importante de la oferta turística que se ofrece en la ciudad. En lo primero es clave que se logre, por fin, impulsar un sistema integrado de transporte que le dé más sentido a la existencia del cable y que agilice toda la movilidad de Manizales, con medios de transporte diversos que interactúen eficientemente. Lo segundo es incluir otros elementos que contribuyan a que cada vez más gente venga a la ciudad a disfrutar de ese atractivo.

Un punto al margen que debe considerarse es que, ante la evidente sensibilidad financiera de este sistema, las sombras se extienden hacia la Línea 3 que aún no comienza a ejecutarse. ¿Si estuviera operando, la cantidad de pasajeros del sistema garantizaría sostenibilidad y un impacto positivo para la movilidad en la ciudad? ¿Es acertado que se haga una inversión tan grande (cerca de $140 mil millones) en este proyecto, ante el riesgo de que no sea usado en la dimensión en la que se ha especulado? Este es un buen momento para reflexionar a fondo sobre eso.