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La economía nacional se vuelve a ver amenazada por los últimos hechos acaecidos en el país, y eso tiene muy asustados a todos los sectores, que esperaban un final de año un poco más estable y un 2025 con mejores proyecciones para iniciar la recuperación. El 2024 va a cerrar sin presupuesto nacional aprobado por el Congreso de la República; hay proyectos de alto calado, como el de la ley de financiamiento, que aún no se debaten ni se sabe qué suerte tendrán; con la renuncia del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, a petición del presidente, Gustavo Petro, y con un vaivén político y administrativo que dejan intranquilos a muchos.

Preocupa que la dimisión de Bonilla sea por su presunta participación en el entramado de corrupción de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), y alarma también que mientras el presidente se venía negando a la petición de renuncia a Bonilla, cambiara de parecer tan rápidamente y solo cuando se conoció que el propio exministro hizo llegar a la Fiscalía una denuncia anónima señalando al presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, y al hijo adoptivo del presidente Petro, Nicolás Alcocer, porque supuestamente estarían buscando favorecerse con la contratación de la hidroeléctrica Urrá, en Córdoba.

Se deben investigar a fondo estos casos, lo más pronto y con celeridad, para darle al país las claridades que pide y requiere. Se está exponiendo a Colombia a más señalamientos, justo cuando la economía requiere de inversionistas para su reactivación y el Gobierno de gestiones y alianzas para conseguir apoyos internacionales. Así, se va dificultando que pongan los ojos en el país y que genere la confianza y la certidumbre requeridas. Internamente, es un muy mal mensaje para la vida nacional, porque alimenta la polarización social y política y deja más dividido al país, alejándolo de cualquier posibilidad de consensos para avanzar.

Por eso no se ve sensata la postura del presidente Petro, que hizo hasta hace muy pocos días una defensa a ultranza de Bonilla por las acusaciones de la UNGRD, pero pocos días después haya salido a pedirle la renuncia con un argumento demasiado peregrino, porque no quiere que lo “despedacen” por ser fiel las ideas de su Gobierno. El presidente Petro debería estar dando explicaciones públicas de qué va a suceder con Ricardo Roa y su cargo en Ecopetrol, de las principales empresas estatales y generadoras de empleo, pero sobre quien recaen también otras denuncias que tramita el Consejo Nacional Electoral porque al parecer superaron los topes de campaña a la Presidencia, y él era el gerente.

Sí es muy positivo que el presidente Petro no haya dilatado el nombramiento de un nuevo ministro de Hacienda, cargo en el que nombró al economista Diego Guevara, que se venía desempeñando como viceministro de esta cartera. Al nuevo ministro de Hacienda, el tercero en dos años del Gobierno Petro, le corresponde hacer un adecuado manejo de la situación fiscal del país, que es compleja por la falta de recursos, y decidir con la mayor ponderación para alcanzar la estabilidad macroeconómica. No son tiempos fáciles.