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Juan Sebastián Gómez, del Nuevo Liberalismo, y Santiago Osorio, de la coalición Partido Verde-Pacto Histórico, votaron a favor de prohibir las corridas de toros en Colombia. Juana Carolina Londoño, del Partido Conservador; Wilder Escobar, de Gente en Movimiento (lizcanismo), y José Octavio Cardona, del Partido Liberal, no votaron este proyecto. Londoño reconoció que se retiró del recinto de la Cámara de Representantes porque no comparte que se prohíban las corridas, y menos en una ciudad como Manizales.
A Gómez y Osorio, junto a otros 91 representantes del país, su votación debería acarrearles una responsabilidad en doble vía: hacer que se cumpla al pie de la letra con la reconversión laboral que se plantea a tres años desde el Gobierno nacional para quienes están en el mundo de la tauromaquia, y ayudar en lo que sea necesario a que la Feria de Manizales no quede condenada a desaparecer. Aunque todo apunta a que esta ley será demandada y la Corte Constitucional tendrá que decidir la suerte de las corridas, es el momento de pensar en otras actividades para la Feria anual.
Es cierto que no será lo mismo una Feria sin temporada de toros, que atrae a un público con alta capacidad de gasto. La cifra la dio el alcalde, Jorge Eduardo Rojas. El derrame económico durante la semana de Feria con toros es de unos $33 mil millones, que dejan entre 70 mil y 80 mil personas en la ciudad, un promedio de 8 mil a 10 mil diarias. Pero nadie ha dicho qué hacer para tener una Feria igual o más atractiva, sin toros, y que genere al menos los mismos recursos económicos que las corridas. Lo que está claro es que nada de eso no se va a lograr si se mantiene la programación habitual.
La Alcaldía, según Rojas, trabaja en un plan de choque a mediano plazo para sustituir la temporada taurina por actividades culturales, artísticas, deportivas que generen impacto turístico grande y no haya riesgo económico. Quienes estén interviniendo en esta construcción deben ser lo suficientemente creativos como para plantear soluciones al municipio, y a la vez tan innovadores que se salgan de lo tradicional: los desfiles, los conciertos, el reinado, las exposiciones, las competencias deportivas, a las que ya están acostumbrados propios y visitantes. Más de eso no es nada nuevo ni atraerá más turistas.

No podemos ser inferiores a lo que hicieron los líderes que instituyeron la Feria en 1954, que se llegó a llamar la Mejor de América, y que solo ha parado un año por una tragedia que enlutó a la ciudad. Aunque las corridas permanezcan, suponiendo que haya un fallo a favor, de todas formas hay que tener un plan B como ciudad que lleve a hacerle cambios a la Feria, porque así sea de tradiciones, que es bueno conservar, también es cierto que mucho de lo que hay se desgastó y ya cumplió su ciclo de vida. Desde la Feria del 2025, en su edición 68, deberían empezar a verse los cambios, por el bien de la ciudad y de su economía.