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Pasó el temporal por el cambio de actividad del Volcán Nevado del Ruiz, que duró 89 días, tiempo largo si se considera que estuvo en un nivel que advertía de una erupción probable en término de días o semanas y ello asustó demasiado. El país estuvo pendiente de la evolución, por ser para muchos un fenómeno natural que no es común en Colombia. Fue algo nuevo para los nacidos después del 13 de noviembre de 1985, cuando una erupción del Ruiz ocasionó la muerte de 25 mil personas en Caldas y Tolima, y la desaparición de Armero por la formación de los llamados lahares o avalanchas de materiales volcánicos. Sin embargo, la experiencia de quienes vivieron este fenómeno natural hace 37 años, por residir en inmediaciones del complejo volcánico, ayudó a tranquilizar la situación.
Predominaron en este tiempo las falsas noticias de los que les gusta generar pánico, y circularon por redes sociales o por el voz a voz indicando que Caldas y Tolima desaparecerían. Mostraron videos de fuertes erupciones en otros países haciéndolas pasar como lo que iba a ser inminente en estos territorios, y divulgaron audios de ficticios expertos anunciando el acabose. No acudieron a lo que informaban medios de comunicación serios como LA PATRIA tras consultar las únicas fuentes oficiales: el Servicio Geológico Colombiano y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres que, en una estrategia de divulgación muy bien dirigida para esta oportunidad, mantuvieron boletines diarios sobre la evolución del volcán y eso se trasladó a las audiencias.
No fue la advertencia de una erupción la que afectó tanto al sector comercial y turístico de estos dos dos departamentos, fue la desinformación, y ahí es donde deben empezar a tomar medidas los gobernantes. A punto de cumplirse tres meses de lo que fue este impacto, quedan comerciantes y operadores turísticos bastante golpeados en sus finanzas y con el prestigio de sus negocios por levantar porque las medidas restrictivas tomadas inicialmente, y con razón entre las autoridades, impidieron que siguieran funcionando, pero a medida que el volcán fue modificando sus signos de actividad y se redujeron, pudieron volver a operar, pero ya el daño de la tergiversación estaba hecho.
Hay que contemplar un programa pedagógico dirigido a la formación ciudadana en temas volcánicos, donde por medio de instrumentos como cartillas, volantes, videos, pódcast, entre otros se aprenda qué es un volcán, su actividad, consecuencias, zonas de riesgo y zonas seguras; cómo actuar antes, durante y después. Hoy suena chistoso contar que mientras por fuera de Manizales había mucho miedo porque iban a llegar a la ciudad rocas y lava del volcán en su erupción y por eso tendríamos que evacuar, la información real es que producto de una erupción del Ruiz lo que afectaría la ciudad sería la llegada de ceniza volcánica, si el viento en ese momento lo promueve, para lo cual hay que echar mano es de un tapabocas, de gafas y resguardarse para evitar entrar en contacto con este material. Es solo un ejemplo de lo difuso en que se convierten estas situaciones cuando no hay conocimiento.

Estos días, con el Ruiz de protagonista, también deben servir para acumular experiencias y aprendizajes porque vivimos con un volcán al lado -de allí no se va a mover- y siempre hay que estar preparados. Las autoridades tienen que mantener al día sus planes de contingencia y contar con funcionarios tomadores de decisiones dispuestos, las alarmas y los canales de comunicación siempre tienen que estar funcionando y actualizados para avisar a las comunidades sobre los riesgos, hay que tener un plan b para ayudar a comerciantes y operadores turísticos, pero especialmente tener una comunidad formada en cómo actuar. Solo así un nuevo cambio en la actividad del volcán, que seguramente volverá a ocurrir porque sigue activo y con un comportamiento inestable, no nos golpeará sin razón.