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Hace un año el Gobierno colombiano decidió reabrir la frontera con Venezuela, luego de siete años de parálisis de relaciones comerciales, políticas y diplomáticas entre las dos naciones. En ciudades fronterizas el parte es de optimismo, ya que se reactivó primero el tránsito de colombianos y de venezolanos por los puentes internacionales y por los aeropuertos con la dinámica que ello implica. En Cúcuta destacan que la informalidad bajó un 7% y que en estos 12 meses fueron creadas 10 mil 600 empresas nuevas, lo que está reduciendo las altas tasas de desempleo.
Para Procolombia las cifras son alentadoras en la apuesta de que empresarios colombianos empezaran otra vez a exportar productos a Venezuela y que inversionistas venezolanos vieran atractivo venir a Colombia. La gran mayoría de las exportaciones han sido en productos y sectores no mineros. Sin embargo, las cifras que da el Ministerio de Comercio no llegan a la meta planteada para este primer año de reapertura. Se proyectaba que el intercambio comercial fuera de 1.200 millones de dólares, pero solo llegaron a cerca de 632 millones. Eso confirma que es un comercio aún incipiente y con mucho por resolver.
Venezuela fue para Caldas un mercado aliado, con resultados prósperos hasta inicios del gobierno de Hugo Chávez, cuando esa relación comenzó a tambalear por las medidas impuestas. Ni con la llegada de Nicolás Maduro se pudo recuperar, por el contrario, empeoró y llevó a que el expresidente Iván Duque fuera radical con el cierre de relaciones. Muchos empresarios del departamento se quedaron esperando que los vecinos les pagaran las mercancías enviadas y cumplieran los acuerdos comerciales pactados a raíz de la crisis venezolana. Hoy son dineros perdidos. Por eso en la reactivación de relaciones, lo primero a lo que se le debe apuntar es a generar confianza. Mucho más tratándose de un gobierno vecino que no ha dado garantías.
Colombia y Venezuela deben enfrentar también los altos niveles de contrabando en los territorios fronterizos. En estos siete años ese fenómeno fue creciendo al punto de imperar la ley de la ilegalidad y del más fuerte, con mafias a cargo y con presencia de guerrillas y otros males. Sin una intervención adecuada, que ataque de raíz este problema que trae de la mano una alta inseguridad, difícilmente se mejorará la economía. Para celebrar la reapertura de la frontera, los gobiernos programaron una macrorrueda de negocios desde hoy hasta el viernes en Caracas. Se espera que de allí se cristalicen negocios ganadores para las partes y no se quede en un encuentro o una celebración más.

Todo esto deberá ir de la mano con una apuesta seria del gobierno venezolano para frenar el éxodo de sus nacionales hacia países como Colombia. Si no hay garantía de derechos, eso será imposible y la gente seguirá rodando por los países vecinos, arriesgando la vida para llegar a otras latitudes en busca de mejores condiciones, o al menos más dignas. Colombia debería ser exigente en este aspecto, pues la migración de venezolanos se convirtió para el país en una situación de difícil manejo, así quiera actuar humanitariamente. Importante que se hayan restaurado las relaciones entre los dos países, pero todavía hay delicados asuntos sin resolver y un paso en falso podría ser más nocivo para todos.