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En un mundo globalizado como el actual la internacionalización es un buen propósito para cualquier ciudad, tanto para aprovechar los numerosos e interesantes programas de cooperación que ofrecen otros países, sobre todo aquellos que hacen parte del Primer Mundo, y que nos tienen ventajas en diversos aspectos. Por eso, firmar convenios con potencias europeas o de cualquier otro continente, y establecer hermandades con otras ciudades del mundo que también valoren lo que tenemos, es un buen camino a seguir. 
 Sin embargo, es inverosímil que habiendo tantas posibilidades de aprovechar la cooperación seria disponible se permita el absurdo de firmar convenios con un país de papel y no reconocido con nadie, como Liberland, una total farsa que a muchos produce carcajadas y a otros, verdadera vergüenza y hasta tristeza. La situación puede ser, finalmente, anecdótica y en el futuro todo el mundo va a recordar ese bochornoso episodio, y seguramente volverán las risas, pero en el fondo hay asuntos inquietantes y delicados en los que no puede caer un gobernante.
 El alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín Correa, se equivocó de manera grave al hacer oficial un falso convenio para que supuestamente 5.000 ciudadanos estudien inglés gratis, vía online, en clases impartidas desde ese lugar de 7 kilómetros cuadrados, entre Serbia y Croacia, y erró más al hacer una transmisión en directo por sus redes sociales del acto de firma de ese documento para luego tener que borrar el video, y mayor fue su equivocación cuando trató de escudar su evidente desatino asegurando que en otras ciudades habían hecho lo mismo, cuando esa no era la verdad completa.
 Un alcalde no tiene que sabérselas todas, como se dice, pero sí tiene que analizar, al menos, la seriedad de un convenio de ese tipo, investigar un poco acerca de lo que le están ofreciendo y no ser tan ingenuo como evidentemente ocurrió en este caso. Es menos aceptable cuando Marín es graduado del programa de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, y su formación lo obliga a tener un mínimo contexto de lo que ocurre en la geopolítica y en el orden internacional. Tenía que saber que las relaciones diplomáticas son de Estado a Estado, no de un municipio con un ciudadano, y mucho menos cuando la contraparte no es reconocida por Colombia ni por ningún país del mundo.
 Peor aún es que, aparentemente, el señor Randy Thompson, a quien Marín presentó como ciudadano de Liberland, y quien en el sitio web https://liberland.org/ aparece como el representante de esa república libre en Colombia, tiene problemas con la justicia estadounidense, por haber cometido delitos allí. Si el alcalde cayó en la trampa de un posible timador debería salir a reconocerlo y ofrecer disculpas a los manizaleños por su torpeza, sin tratar de buscar excusas y justificaciones, y menos tratando de esconderse en el silencio. En algún momento tendrá que dar sus explicaciones.
 
Hoy Manizales está en boca de todo el mundo por una tontería, literalmente, y eso nos llena de pena. Es innegable que faltó rigor y que fue una imprudencia lo ocurrido. No puede ser que el afán de mostrar resultados, o hasta la sana ambición de tener una ciudad bilingüe, como debería ser, nos lleve a situaciones tan lamentables como esta. Y, definitivamente, que Marín haya hablado del derecho internacional y de la convención de Viena para justificar el supuesto convenio nos deja bastante preocupados.