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Se realiza desde ayer la edición 90 del Congreso Nacional Cafetero, donde los líderes del gremio en Colombia reflexionan acerca de lo ocurrido durante este año y analizan el panorama que se abre para enfrentar el 2023. La realidad es que el 2022 no termina con los mejores resultados, aunque tampoco pueden calificarse de malos, y el nuevo año pinta lleno de incertidumbres y con tendencias que podrían ser desfavorables. Así lo reflejan los informes publicados en la edición de este año de Panorama Cafetero, que circuló ayer con LA PATRIA. Es ya un hecho que la producción cafetera termina en caída, un 10% por debajo del 2021, incluso por debajo de los 12 millones de sacos de 60 kilos, y con los precios también en descenso. A eso se le suma que la alta cotización del dólar, que es positiva para los exportadores, resulta nefasta para las compras de insumos agrícolas como los fertilizantes, tan necesarios para mantener los cultivos en buena manera y lograr mayores productividad y rentabilidad. 
En medio de esta complicada realidad, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, revivió ayer en el Congreso Cafetero la idea de sembrar café robustas, de menor calidad, como una opción de sustituir las importaciones que se hacen para mezclas y usar esa estrategia para reducir cultivos ilícitos. Se les daría el beneficio de no cobrar contribución cafetera, según dijo. Ese es un punto que tiene que ser muy bien analizado para que la impronta de calidad del café colombiano no se afecte.
La gran necesidad ahora es avanzar más rápido en la renovación de los cafetales para hacerlos más productivos, pero para ello se necesita el compromiso del Gobierno Nacional para asegurar cantidades suficientes y a buenos precios de los agroquímicos. La actual administración del presidente Gustavo Petro ha manifestado el compromiso de apoyar a los campesinos y en ese sentido, los cafeteros necesitan un acompañamiento efectivo, máxime cuando este sector de la economía tanto ha contribuido al desarrollo del país por décadas.
Lo que viene no parece muy positivo para los cafeteros colombianos, además, si se observa que el mayor productor del mundo, Brasil, comienza a recuperar los volúmenes de cosecha, lo cual hará que los precios sigan bajando. Así, con una producción menor, cafetales sin los debidos mantenimientos y precios a la baja, el 2023 podría ser muy complicado. Se requiere la coherencia y generosidad del Gobierno Nacional con los cafeteros, para que puedan afrontar de manera exitosa esta coyuntura que, de acuerdo con los pronósticos, podría seguir sufriendo las consecuencias de las copiosas lluvias que impiden la florescencia.

No puede olvidarse que son cerca de 540 mil familias las que dependen del café en Colombia y que la ausencia de apoyo podría tener consecuencias sociales muy negativas. El bienestar en el campo es, sin duda, un ingrediente fundamental para la paz que se pretende construir en el país, y el sector cafetero ha demostrado durante la historia que sus aportes pueden ser muy positivos para el progreso integral de miles de hogares en los departamentos en los que se ejecuta este cultivo. El gran desafío es conducir la caficultura por caminos más seguros, que garanticen estabilidad e ingresos dignos para los cultivadores del grano.