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La Cruz Roja Internacional, que nació de la mano de Henry Dunant el 17 de febrero de 1863, hace 160 años, tiene en Caldas una fuerte presencia con una labor humanitaria de gran relevancia. Gracias a los líderes cívicos Eduardo Pelaez Londoño, Guillermo Londoño, Manuel Mejía, Emiliano Guitiérrez, Julio Cuervo, Jorge Vallejo, Enrique Cordobés, el coronel Ernesto Ferrer y el presbítero Aldolfo Hoyos, hace 100 años surgió la Cruz Roja de Caldas, ejemplo de solidaridad en la región.

Lo que en aquella época se concentró en programas como la organización materna, deportiva, antialcohólica, antivenérea, antituberculosa, higiénica y comisión de accidentes, ha evolucionado durante esta centuria a cubrir diversas áreas que, afines al espíritu solidario, impactan sectores como la educación, la salud y programas ligados a la atención de situaciones especiales de emergencia. Durante todo un siglo se han ido conquistando espacios entre niños, estudiantes, jóvenes y comunidad, en general.  Hay que resaltar que desde mediados del siglo pasado, en el primer contrato docente-asistencial, el convenio con la Universidad de Caldas logró como resultado conformar el departamento de Pediatría, el cual sería vital para las acciones emprendidas en el Hospital Infantil, una institución de la Cruz Roja en la región que es motivo de orgullo, debido a su alto nivel de calidad médica y su impacto a favor de la salud de los menores de edad en esta zona del país.

Voluntariados como el de las Damas Grises, liderado por Isabel Jaramillo de Vélez, quien también fue presidenta de la institución por cerca de 30 años, es otra de las expresiones valiosas de la Cruz Roja de Caldas. Sin embargo, no es el único programa con voluntariado y proyección hacia el servicio social que se presta allí, y que a lo largo de la historia se han extendido a varios municipios caldenses en los que esta importante institución tiene diversidad de programas. El Hemocentro del Café es otro de sus logros.

Su trabajo también ha sido valioso, desde el primer momento, en la atención de emergencias como la de los terremotos de 1979 y 1999, la erupción del volcán Nevado del Ruiz en 1985, y tantas otras que han afectado al departamento, y en las que el espíritu de auxiliar sin discriminación, de ayudar a aliviar el sufrimiento y el trabajo por la dignidad humana son focos claros de acción que ojalá perdure por siglos, generando beneficios para los caldenses y colombianos.

También hay que resaltar la importancia de que sea la Cruz Roja la propietaria de la Plaza de Toros de Manizales y que los excedentes de la temporada taurina en la ciudad sean llevados al presupuesto del Hospital Infantil, lo cual ayuda a que los niños de la región tengan una atención médica adecuada. Esta es otra de las razones por las cuales la tradición de la tauromaquia debería ser defendida por los manizaleños, porque los beneficios para la ciudad son evidentes en distintos aspectos.

Confiamos que, de la mano de los actuales directivos, esta importante institución no solo se mantenga vigente, sino que cada vez gane mayor importancia, por su permanente preocupación por el fomento de los derechos humanos, su neutralidad en desarrollo de tareas altruistas y su permanente compromiso con la solidaridad, siendo apoyo de gobiernos, pero como entidad privada sin ánimo de lucro, manteniendo su independencia.