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Que Caldas sea el de menos homicidios en el primer semestre del 2025 con 66 muertes no puede ser tranquilizador. Representa que mensualmente son 11 crímenes. Y debe ser más preocupante todavía que en el análisis regional antes se encuentren Quindío, con 92 homicidios, que arrojan al menos 15 muertes por mes, y Risaralda con una cifra disparada de 189 hasta el 30 de junio, que ubica a este departamento como el más crítico con unos 31 asesinatos cada mes; es decir que allí mataron prácticamente una persona todos los días.

Son 347 crímenes en todo el Eje Cafetero, para un promedio mensual de 58, cifras que necesariamente llevan a los años 80 y 90 cuando el conflicto y la guerra por el narcotráfico en Colombia dejaban a diario números similares de muertos, lo que no deberíamos estar permitiendo como sociedad porque además de evidenciar un retroceso como país y como región, está implicando que se sigue dejando crecer el problema del tráfico de drogas, pues todos estos homicidios están relacionados con redes del microtráfico que se disputan el manejo de los territorios, sumado al gota a gota.

El punto de quiebre de la seguridad no puede seguir siendo el sicariato, que parecía controlado y menguado, pero que en los últimos tres años viene tomando demasiada fuerza a raíz de la falta de medidas y políticas del Gobierno nacional más eficientes, firmes y enérgicas contra las bandas y los grupos que sustentan economías ilegales del negocio del narcotráfico. Esto sumado a una clara debilitación de la Fuerza Pública, en número de efectivos y en dotación para poder intervenir como debería a estos delincuentes; dejando espacios para que se muevan a su antojo.

A pesar del desgaste del Ejército y la Policía, hacen esfuerzos para propinar golpes contra estas bandas. En Pereira capturaron a 50 sicarios e incautaron 180 armas de fuego. Investigaciones a las estructuras criminales muestran que se están dando nuevas dinámicas del microtráfico, consistentes en el reclutamiento de menores de edad y el llamado “reciclaje de sicarios” con ofertas económicas de $1 millón por cometer y concretar estos crímenes, pero que a pesar de ello les adeudan pagos completos o parte de lo pactado. Es este un fenómeno que se debe cortar de raíz, está afectando el normal desarrollo de nuestros adolescentes y jóvenes, que deben estar dedicados a actividades propias de su edad, no involucrados en crímenes y mucho menos en la fabricación y distribución de drogas sintéticas como viene ocurriendo.

En Armenia, durante este periodo, aprehendieron a 35 menores, supuestamente vinculados a homicidios y tráfico de estupefacientes. En Manizales se desconoce de menores involucrados. Aquí se han presentado sicariatos en la Panamericana, Galería, Cristo Rey, La Francia y avenida Kevin Ángel, por estos tres últimos casos le imputaron cargos a alias Culebro como posible determinador, que no aceptó y lo dejaron en libertad. Estaría relacionado con disputas por la hegemonía del microtráfico y el gota a gota. La Fiscalía apeló y espera la decisión en segunda instancia. Como sea, el sicariato le sigue asestando golpes a la seguridad de todos estos municipios del Eje Cafetero, porque ponen en riesgo a toda la población.