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El asesinato de 6 jóvenes soldados por disidencias de las Farc en zona rural del municipio de Buenos Aires (Cauca) es un hecho inaceptable, frente al cual el Estado colombiano no puede quedarse con su excesivamente generoso discurso de la Paz Total. En este caso específico, en el que también quedaron heridos 7 uniformados, se requiere una reacción fuerte desde el Gobierno Nacional, en la que se acuda a la mano dura para neutralizar organizaciones como esta que no muestran ningún interés por abandonar los actos de violencia.
La emboscada cobarde de la que fueron víctimas los uniformados a las 2:55 a.m. del martes tiene que ser respondida con la persecución de los criminales, y darles respuesta por el camino de la estrategia militar que parece ser la que ellos prefieren, antes que la del diálogo con miras a la desmovilización. Si el hecho mismo de que las disidencias (en este caso la estructura Jaime Martínez), que despreciaron en anterior proceso de paz, tengan la oportunidad de ir a otros diálogos es cuestionable, cuando es evidente que la voluntad de paz está ausente, no queda más opción que enfrentarlos bélicamente, y en eso el Estado no puede ser inferior a sus responsabilidades.
La muerte de los soldados Yonny Saac Ruiz, Jonathan Ernesto Ordóñez, Luis Armando Vélez, Jan Gilberto Rodríguez, Jerson Mamián Mojomboy y Esleider Alexander Portocarrero no puede quedar impune. Si bien es necesario avanzar hacia la construcción de una paz sólida y duradera, ante los violentos no queda más que la mano dura para poder garantizar la seguridad a los colombianos. La búsqueda de la paz no puede ser ingenua, y a quienes torpedean la posibilidad de lograrla no se les puede dar nada distinto a lo que ellos ofrecen.
Los hechos del Cauca coinciden con otros ataques en contra de policías y miembros del Ejército en otras regiones del país, frente a las cuales la Fuerza Pública tiene que reaccionar sin ambages. Es insensato que los grupos criminales busquen por el camino de profundizar el terror llegar en mejores condiciones a unas negociaciones; ante una actitud como esta el Estado tiene que mostrarse fuerte y no dar espacio a que, en lugar de avanzar hacia el abandono de las armas, estas agrupaciones traten de aparecer más fuertes de lo que son realmente.
Esperamos que el cambio táctico anunciado por el presidente, Gustavo Petro, para ser ejecutado por el Ejército en el Cauca, rinda sus frutos. También es acertado que, en lugar de jóvenes soldados que están prestando servicio militar, en esos lugares de alta confrontación la mayoría sean soldados profesionales, que estén mejor preparados para responder a posibles ataques.

La mano tendida a las organizaciones criminales que ha querido mantener el actual gobierno tiene que tener límites, y la violencia en contra de civiles o las emboscadas a los miembros del Ejército tienen que ser consideradas inaceptables, y eso mismo tiene que hacer que la Fuerza Pública pueda actuar con mano dura y contundencia, para conjurar todo fenómeno que violencia que trate de burlar el ofrecimiento de llegar a la construcción de la Paz Total; de ninguna manera se pueden dar muestras de debilidad.