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Más que un deseo de todo trabajador en Colombia, es una necesidad el aumento del salario mínimo que este año estuvo en $1 millón 160 mil con el alza establecida del 16%. En la mesa de concertación con el Gobierno nacional para negociar cuál será el incremento que tendrá el mínimo en el 2024 las centrales obreras propusieron que sea del 18%, porcentaje que los gremios del país, que no han hecho oferta, rechazan por considerarlo insostenible. Se aumentarían los costos laborales, generaría presiones inflacionarias y seguiría golpeando aún más la economía nacional.
Las discusiones de este año se tienen que concentrar en un profundo análisis de la realidad económica del país. Hay que partir de que la reforma tributaria del presidente Petro impactó desde el 2022 negativamente al sector productivo con nuevas y costosas obligaciones; tenemos una inflación anual que aún no cede lo suficiente, para noviembre fue del 10,15%; la tendencia de la productividad es a la baja y terminará con números negativos, y el Gobierno nacional poco apoyo le ha dado a este sector, más bien se ha dedicado a atacarlo desincentivando la inversión privada, que sumado a la baja ejecución de recursos públicos sigue frenando la dinámica, mientras está en curso en el Congreso una reforma laboral que lo apretará más.
Todo esto ha ido encareciendo los empleos en el país, y aunque la consecuencia de cualquier aumento en el salario mínimo sea una mayor capacidad adquisitiva para salir con más dinero a impulsar la economía, si no hay un sector productivo estable, seguro y fortalecido no habrá empleo, se reducirá más su generación. Por estos motivos pensamos que hay que tener mucha cautela con el incremento del mínimo para el 2024, las condiciones no están dadas para pensar en una cifra por encima de la inflación. Razonable la postura de Fenalco al afirmar que si hay un incremento alto en el salario mínimo, lo mismo sucederá en el precio de los productos porque se sube el costo laboral y lo que hará es neutralizar el incremento salarial. No se puede olvidar que el gran problema en las relaciones laborales está en la falta de generación de empleos suficientes en Colombia.
No es darles la espalda a los trabajadores, solo que hay momentos para cada situación y no es el adecuado para incrementos altos. A octubre de este año, según el DANE, había menos trabajadores devengando un salario mínimo en el país y eran más ganando menos de ese total comparado con el 2022. Statista.com ranqueó los salarios mínimos de 18 países de América Latina, Colombia quedó en el puesto 14 con 242 dólares. La mejor remuneración mínima es en Costa Rica, equivalente a 603 dólares. La idea tiene que ser que si a las empresas les va bien, a los trabajadores también y por eso otro elemento que falta en esta ecuación es una medición real de la productividad.

Ha dicho el presidente Petro que para reactivar la economía el Banco de la República baje las tasas de interés y se aumente el salario mínimo. El Gobierno debe dejar a un lado esas posturas populistas e irse a lo estrictamente técnico en su rol de mediador en la concertación del salario mínimo, que mañana termina su primer plazo para negociar. Si no se logra, convocarán a sesiones extra hasta el 30 de diciembre o lo aprobará por decreto el presidente. La proyección adecuada para este momento del país es que el incremento no supere el 11%, no hay posibilidades de contemplar una cifra mayor. Excederse podría traer consecuencias desafortunadas que hasta al propio Gobierno y al sector público empezará a afectar porque también crecen sus costos fiscales.