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La semana pasada se cumplieron el Día Mundial del Medioambiente y el Día Internacional de los Océanos, dos fechas que sirven como excusa para recordar las críticas cifras que en muchos frentes muestra nuestro planeta y que nos obligan como especie a revertir esta situación antes de que se llegue a un punto de no retorno y esto significa la supervivencia de la especie humana. No queremos sonar apocalípticos, pero es evidente que se requiere tomar medidas urgentes para evitar una catástrofe.
Una gran amenaza para el planeta se da por cuenta de uno de los inventos más importantes para la humanidad, el plástico y, sobre todo, por el de un solo uso, del cual se calcula que se vierten en los océanos 13 millones de toneladas al año, tanto así que es suficiente con ver una de esas islas de plásticos que recorren el planeta para impresionar al más negacionista de los humanos. Se trata de una tragedia silenciosa que cobra la vida de especies marinas cada día y que está acabando con los corales.
Hay que decir que Colombia es un país que aún cuenta con el privilegio del agua, pero hemos sido testigos de que esta se agota, que no es un bien para toda la vida. Solo en océanos nuestro mar territorial se extiende en 988 mil kilómetros cuadrados. Hay programas, como uno que se desarrolla en San Andrés, para tratar de plantar corales, pero las posibilidades de extensión de esta idea son mínimas frente al daño que ya se ha causado y esto es grave, por ejemplo, en estos lugares que dependen para todo del mar.
De acuerdo con la organización ambiental WWF, cada año en el mundo se pierde, abandona o tira al mar el 6% de todas las redes de pesca usadas, el 8,6 % de las trampas y nasas (otros métodos para la pesca), y el 29% de todas las líneas de pesca, lo que suma en ese proceso de deterioro del mar y contribuye a amenazar aún más los 10 millones de especies marinas. Es solo una muestra de lo poco que parece importarnos esta realidad.
Ante el problema sin solución que se tiene, el mundo intenta reaccionar, pero no a la velocidad que se requiere. Entre el 31 de mayo y el 2 de junio se realizó en París la segunda de cinco rondas en busca de lograr un Tratado Global de las Naciones Unidas con el propósito de poner fin a la Contaminación por Plásticos, un acuerdo internacional para darle respuesta al problema de los plásticos de un solo uso. Aunque hubo dificultades para avanzar, finalmente se logró acordar la redacción de un borrador que será llevado a la próxima sesión, que será en Kenia en noviembre próximo.

La toma de conciencia debe ser global, pero también las acciones que se emprendan deben involucrar a todo el planeta. En la medida en que los países en desarrollo logran alcanzar metas deseables, también el consumo aumenta y esto presiona necesariamente la contaminación por muchos caminos, entre ellos, el mayor consumo de plásticos. Está bien que se tomen medidas como presionar el no consumo de bolsas plásticas, como se ha hecho en Colombia, pero si esto no está acompañado de decisiones legales, de proyectos que promuevan el reuso, de incentivar investigaciones para darle un mejor final al plástico y no termine en el mar, nos quedaremos cortos. El planeta está afectado por esta situación y todos somos responsables, en mayor o menor medida, de sanarlo.