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Petro y Trump son tan parecidos que se repelen, por eso es tan necesario que siempre tengan al lado un polo a tierra. Por fortuna para Colombia, lo que hicieron muy a tiempo el domingo el saliente canciller, Luis Gilberto Murillo, con su equipo del Ministerio de Relaciones Exteriores, y la designada para este cargo a partir del 1 de febrero, Laura Sarabia, entre otros ministros del Gobierno fue pedir calma por el enfrentamiento entre los dos presidentes por asuntos migratorios y acudir a las vías diplomáticas, las únicas posibles para alivianar la crisis binacional en la que ambos convirtieron sus diferencias ideológicas y sus formas de gobernar.

Trump y Petro volvieron a cometer una gran equivocación al escoger sus cuentas de X (antes Twitter) para protestar. No es a través de una red social como se responde a otro presidente y Gobierno, mucho menos con mensajes desafiantes como los utilizados por ambos mandatarios. Trump, en reacción y retaliación, ordenó cerrar la sección de visas de la embajada norteamericana en Colombia e imponer aranceles del 25% a todos los productos colombianos y elevarlos en una semana al 50%. Tras horas de diálogo diplomático, los delegados de ambos gobiernos conjuraron la situación frenando estas lesivas determinaciones.

Nadie le quita la razón al presidente Petro por estar en contra de las formas poco humanitarias en que Trump deportó a 160 colombianos que permanecían irregulares y pretendió enviarlos en dos aviones militares de Estados Unidos a Colombia, esposados; lo que Petro desautorizó y rechazó, cuando pudo ampararse en principios internacionales para que el retorno se hiciera en condiciones dignas. Ser migrante no es un delito, tampoco es un crimen según la Convención Internacional sobre el Estatuto de los Refugiados, que tiene un Protocolo relacionado con el respeto de los derechos humanos de estas personas, proceso que cuenta con el apoyo de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).

Trump estigmatiza a todos los migrantes y el mundo sabe que se equivoca, pero Petro desacierta al querer imponerse inútilmente sobre una potencia como Estados Unidos, con la que Colombia necesita mantener buenas relaciones internacionales y de intercambio económico porque de ello dependen 11 mil 500 productos colombianos que se exportan y entre los que están flores, café, banano, aguacate, petróleo que se afectarían con cualquier medida arancelaria. Por eso hay que proceder con cautela, el equilibrio de cualquier relación internacional es la diplomacia.

La Cancillería debe ser manejada por los mejores expertos en asuntos internacionales. Se espera que Sarabia sí sea la profesional adecuada para el cargo o al menos que se sepa rodear de conocedores y acepte sus recomendaciones, porque el mundo no atraviesa tiempos tranquilos. Trump ya sabe cómo presionar. El Gobierno Petro tuvo que aceptar el retorno de los deportados, que llegarán en aviones de la Fuerza Aérea Colombiana, como condición para levantar las restricciones. Se logró parar esta primera crisis con Trump, pero pueden venir más y hay que estar bien preparados.