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Para evitar millonarias multas, establecidas por la Comisión de Regulación de Energía y Gas, por no entrar en operación en el tiempo pactado, los directivos de las Empresas Públicas de Medellín (EPM), corren para poder poner a funcionar Hidroituango el próximo 30 de noviembre. Incluso, quienes están al frente del proyecto aseguran que desde esta semana entregarán un reporte diario del avance de la obra para que el país conozca cómo será la cuenta regresiva hasta que empiece a generar energía.
No obstante, persisten las dudas acerca de si ya todo está listo para entrar en operación, y que las carreras de estos días no conduzcan a un nuevo tropiezo, como el que infortunadamente ocurrió en abril del 2018 cuando se derrumbó un túnel de desviación del río Cauca y se generó una emergencia que dañó por completo la casa de máquinas (con equipos que costaban 110 millones de dólares) y que mantuvo la represa en vilo por semanas.
Los mismos directivos de EPM afirman que lo mejor sería contar con más tiempo para alcanzar a hacer las pruebas necesarias a las dos turbinas que funcionaría inicialmente, antes de entrar de ello a generar energía. Otras dos turbinas deben empezar a operar en el último trimestre de 2023, tres más en 2025 y la última en diciembre de 2026.
En esto debe imperar la prudencia, aún a costa de las eventuales multas que haya que afrontar, pero que se tenga el 100% de garantía de que todo va a funcionar perfectamente, y que no habrá el más mínimo riesgo de sufrir un nuevo accidente que resulte más costoso para todos los colombianos. Conscientes de que hay un antecedente de siniestro, lo clave sería que todas las condiciones estuvieran dadas para impedir la ocurrencia de otros errores, que pueden ser demasiado graves.
Inclusive el panel de expertos que conforman el Puesto de Mando Unificado (PMU) que monitorea el proyecto recomendó la realización de pruebas adicionales, tomando en cuenta los riesgos tanto operacionales como ambientales. Esa es una voz que no puede ser ignorada. Es cierto que una multa de $5 billones (1.160 millones de dólares) es bastante alta, y que ante ya los exagerados sobrecostos en los que se ha incurrido tendría consecuencias financieras complejas (se pasó de un presupuesto total de $11,4 billones a $18,3 billones, a dólares de hoy), pero no debe caerse en el error de volver a poner a miles de personas en peligro río abajo, y también a los operarios, en caso de que la represa no funcione como se espera.
Prudencia es lo que hay que tener para que este tortuoso proceso culmine de manera exitosa. Cuando Hidroituango esté funcionando como se espera, lograría cubrir el 17% de la demanda nacional de energía (2.400 megavatios, con las 8 turbinas), lo que evidencia la magnitud de esta represa y su importancia, y precisamente por eso no pueden cometerse más errores, y la seguridad debe ser prioridad. En este caso, infortunadamente, se trata de escoger el escenario que resulte menos perjudicial.

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Debe reconocerse que con este gran proyecto, infortunadamente, se ha tenido mucha improvisación y ha habido mucha politiquería en la dirigencia antioqueña, por lo tanto es el momento de tener cabeza fría y actuar en consecuencia, valorando muy bien los efectos de cualquier decisión que se tome.