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Los concejos y las asambleas son cuerpos colegiados que deben servir a la coadministración de los territorios sobre los que tienen competencia. La cantidad de candidatos que se cuentan no solo en Manizales, sino en casi todos los municipios para estos organismos dan opciones a los votantes para escoger en las próximas elecciones del 29 de octubre. Estas corporaciones resultan útiles cuando se cuenta en ellas con personas capaces, idóneas y que representativas de la diversidad de la sociedad. No obstante, cuando quienes llegan allí lo hacen con ánimo de negociar feudos de poder, con intenciones clientelistas o para presionar al gobernante de turno por inereses personales, se pierde la capacidad de aportar a lo público.
Claro que se extrañan los tiempos en los que ocupar una curul en alguna de estas corporaciones era a título gratuito, pero también hay que entender que toda persona que cumpla una responsabilidad merece una compensación salarial por lo que hace, o de honorarios, como es el caso de concejales y diputados. El problema radica en que hemos visto cómo algunos de estos representantes del pueblo llegan allí a calentar puesto, a engordar sus arcas y a no cumplir con la tarea de coadiministración que les endilga la Constitución. No se trata de que lleguen a oponerse porque sí, al contrario, a que debatan, pues se trata de los foros naturales para ello, y que en el debate serio surjan correcciones a lo que pueda ser mejor. Pero tampoco consiste su labor en aprobar todo lo que un alcalde o un gobernador ponen a su consideración, porque justamente pueden convertirse en cómplices de las debacles o en guardianes de la heredad.
El problema a la hora de elegir, es que si poca reflexión tienen la mayoría de los votantes para enterarse de las propuestas de los candidatos a cargos ejecutivos, menos se enteran de quienes aspiran a corporaciones. Si a algo se podría comprometer un candidato a Concejo o Asamblea es a estudiar mucho y reflexionar más los proyectos para la ciudad, pero ¿usted votaría por alguien que le dice que va a hacer esto? Es muy probable que desconfíe, entonces entramos en un círculo vicioso y al final se eligen los que más poder tienen, los que gastan más de la cuenta y que llegan allí con el ánimo de recuperar esos recursos y con creces.


Por supuesto, también hay concejales y diputados probos, serios, correctos, pero son casi siempre los de menos favor popular. Por eso la responsabilidad de contar con buenos concejales y diputados está en los electores, que se elija con base en las necesidades de la ciudad y del departamento, con el ánimo de que haya personas que acompañen el ejecutivo por el que se cree que hará la mejor faena y que al menos ejerzan su función de control político. No áulicos, no opositores gratuitos. Además, sería bueno que se dieran cuenta de que la Constitución prevé que esta es una democracia participativa y que ellos están allí representando a sus electores, no que aparezcan cada cuatro años apenas por sus votos o por sus negocios.