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Tras una semana de dramas y comedias, de reflexiones sobre la vida y el mundo en los escenarios y calles de la ciudad, llega a su fin la edición 54 del Festival Internacional de Teatro de Manizales, que tuvo como invitado especial a Chile, que esta vez vino con diversas compañías que trajeron propuestas también variadas en la puesta de escena, con temas tan complejos como la violación sexual, entre otros, que invitaron a ver los problemas de la mujer y el feminismo con ópticas más amplias.
El mensaje del evento de este año se centró en la inclusión, un asunto sobre el cual hay enormes tareas qué hacer en el mundo, y que siempre tiene caminos difíciles para recorrer, lo mismo que todo lo relacionado con la verdad y la paz. Además de Chile, estuvieron España, Francia, Brasil, México, Perú, Portugal, Argentina, Uruguay, Suiza y Colombia, con 30 grupos de altísima calidad, que se presentaron en 43 funciones, bien valoradas por el público en su mayoría.
Como es ya costumbre en nuestro festival, además de las propuestas en sala también estuvo muy presente el teatro de calle, que en muchos casos se convirtió en bálsamo para los transeúntes, quienes pudieron contar con ese oasis gratuito de cultura para dejar a un lado, por un rato, las preocupaciones cotidianas, para disfrutar de la cultura y pensar en distintos asuntos alejados de su rutina. Los manizaleños llenaron escenarios públicos para observar toda clase de narraciones teatrales que les ayudaron a entender de mejor manera el mundo.
También, como es habitual, los organizadores del evento pudieron sacarlo a flote con enormes esfuerzos, debido a que si bien recibieron apoyos del Gobierno de Chile, del Ministerio de Cultura, la Gobernación de Caldas, la Alcaldía de Manizales y entidades internacionales que lo hicieron a través de mecanismos de cooperación, los recursos resultaron estrechos. Siendo un evento de tradición y que tanto significa para la capital de Caldas, los recursos locales aportados debieron ser más.
Hay que resaltar que pese a las dificultades pasen las décadas y el evento se siga realizando sin perder el propósito de traer lo mejor del teatro del mundo a la ciudad, y que los manizaleños y visitantes lo sigan disfrutando. También que con él se siga enriqueciendo la tradición cultural de la ciudad, y que nos sigue causando un profundo orgullo.

Cae el telón y despedimos hoy el festival, con la ilusión de ver el año entrante un espectáculo aún de mejor nivel, con mayores aportes al mundo de la cultura y al enriquecimiento de la vida cotidiana de los manizaleños. Ojalá que, al estar a la cabeza del Ministerio de Cultura Patricia Ariza, una mujer de teatro que este año vino a Manizales a acompañar el Festival, para la edición 55, del 2023, se cuente con un apoyo todavía más decidido.