En ninguna ciudad deberían perderse o tener que botar alimentos. El solo hecho de ver personas hurgando bolsas de basura para comer los desechos tendría que motivar a no hacerlo. El Departamento Nacional de Planeación señala que cada año se pierden en el país 9,7 millones de toneladas de alimentos aptos para el consumo. Injustificable que esté sucediendo si la mayor prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave durante el 2024 se encontró en las zonas rurales, como establecieron el DANE y la FAO, pasando de 31,2% en el 2023 a 34,2% el año pasado; aunque en el promedio total nacional de los hogares hubo una reducción de 0,6%.
Tranquiliza un poco que Caldas sea el departamento en donde menos se registró inseguridad alimentaria moderada o grave, pero no equivale a decir que esta condición sea inexistente; el 12,8% la padece y a ellos deben dirigirse todos los esfuerzos institucionales. Con mayor razón si también son los hogares del campo caldense los que no tienen la cantidad, la calidad y la variedad de alimentos necesarios para cubrir sus necesidades nutricionales, o las familias con jefatura femenina como se detectó a nivel nacional con un 28,2%. Guajira, Sucre y Córdoba son los departamentos de mayor prevalencia de inseguridad alimentaria.
Urge tener prácticas adecuadas en toda la cadena de alimentos: producción, manejo, almacenamiento, distribución y consumo. Los datos de la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (Abaco) muestran que más de un tercio de la producción nacional de alimentos tiene como fin la basura, y que con esta comida desperdiciada se podrían alimentar unas 8 millones de personas en un año. En la Galería Plaza de Mercado de Manizales se calcula que al mes resultan aproximadamente 25 toneladas de alimentos que están para perderse. Lo positivo es que muchos productos que todavía son consumibles son recuperados y aprovechados por el Banco de Alimentos, fundaciones y hogares de ancianos. Emas se puede estar llevando a diario unas 7 toneladas de desperdicios que no se pueden ingerir o que ya están dañados.
Los alimentos sobrantes, los que no se venden, deben servir para calmar el hambre y nutrir mejor a otras personas. El Banco de Alimentos de Manizales refiere que en el 2024 recuperaron y recibieron por donaciones cerca de 408 toneladas de perecederos y no perecederos, y hasta abril de este año iban aproximadamente 125 toneladas que han permitido beneficiar con la entrega de mercados a entre 7 mil 200 y 7 mil 500 personas al mes. Así como ellos son muchas las organizaciones que requieren de este tipo de ayuda, y así como hay benefactores, existen también productores y comerciantes que prefieren botar los alimentos, lo que no se justifica.
Se considera que en Colombia pueden ser unas 19,2 millones de personas sufriendo insuficiencia alimentaria y unos 392 mil niños menores de 5 años con desnutrición crónica. El llamado no solo debe ser institucional, también a los hogares y a los ciudadanos para que tomen conciencia de que no todo debe ir a la basura, se puede manejar responsablemente para donarlo. En la ciudad, 15% de mil personas consultadas en el 2024 por Manizales Cómo Vamos no pudieron consumir las tres comidas diarias porque no había alimentos suficientes. Ir bajando todas estas cifras es el desafío social.
