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La guerra civil en Siria lleva 13 años, por eso era probable que en algún momento se pudiera intensificar, pero nadie contaba con el avance tan rápido de los grupos rebeldes, liderados por la milicia Hayat Tahrir al Sham (HTS), de origen yihadista, que se ha tomado las principales ciudades de ese país y sigue su camino decidido hacia Damasco, la capital. Hasta ahora los grupos rebeldes se habían concentrado en la región de Idlib en el norte del país y allí se enfrentaban a las tropas gubernamentales, pero este rápido avance ha dejado en evidencia que el Gobierno de Bashar Al Asad está en serios aprietos.

Los aliados del régimen, Irán y Rusia, aún no definen sus acciones, pues deben obrar con cuidado ante los intereses estratégicos en la zona, como la base rusa más importante en el Mediterráneo. Anunciaron una reunión con Turquía, que apoya milicias kurdas en el norte de Siria, para definir su proceder. El otro aliado poderoso de la dictadura es Hezbolá, en guerra con Israel y debilitado por los golpes recibidos. Este fue pieza fundamental para que la balanza del conflicto estuviera en favor del régimen dictatorial en los últimos años, pero su mal momento es parte de lo que animó a los rebeldes a marchar hacia la capital.

La desestabilización de la región es evidente, con Israel en dos frentes de batalla, contra Hamás en la Franja de Gaza, y contra Hezbolá, en Líbano; con un Irán cada vez más preocupado por el debilitamiento de los grupos armados a los que apoya; y con su seguridad vulnerada varias veces este año por bombardeos israelíes. Ahora se suma este episodio en Siria, donde también Tel Aviv ha acometido acciones, convencido de que allí Hezbolá tiene armamento. Todo esto sucede en el momento en el que se da la transición en el Gobierno de los Estados Unidos, pieza clave para mantener equilibrios en la región, mientras que Rusia tiene mayores preocupaciones con su invasión a Ucrania.

Israel, en prevención de lo que pueda pasar, incluso ya realizó desplazamientos de tropas y las incrementó en los Altos del Golán, territorio ocupado y fronterizo con Jordania, Líbano y, por supuesto, Siria. Con un Netanyahu que quiere seguir mostrándose fuerte, es preocupante lo que pueda pasar en este territorio si decide traspasar una vez más la frontera a Siria, justo en este delicado momento, cuando desde el norte, vienen los rebeldes en avanzada.

HTS tiene su origen en la organización Al Qaeda, pero ha buscado desmarcase de otros del mismo seno, como el yihadista Estado Islámico, buscando respaldo internacional en caso de lograr el poder. También se define como islamista, pero lejos de las imposiciones extremistas de Irán.

Resulta, por lo menos, preocupante este viejo conflicto escalado en un territorio que arde desde que Hamás cometió la reprochable masacre del 7 de octubre del 2023 y con la posterior reacción desmedida de Israel. Es impredecible lo que pueda ocurrir, pero lo cierto es que como suele suceder, la guerra difícilmente mejora las condiciones de quienes más lo necesitan y, por lo general, trae nuevos conflictos, como si no bastara con los que ya contamos en el mundo.