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Cada cuatro años los ciudadanos sueñan con el alcalde que se requiere para resolver problemas. Lo van perfilando según las necesidades de la sociedad y con base en lo no ejecutado por quien está a punto de dejar el cargo; sin embargo, todos los que opinan antes de elecciones en este aspecto no siempre son quienes acuden a las urnas a votar y ahí es donde empiezan a fallar los procesos de participación ciudadana, que se relacionan con la exigencia de cumplir lo prometido. Reclamar por un buen mandatario lleva implícito el deber de sufragar y este punto debería ser el primero en ser tenido en cuenta en las elecciones que se avecinan este año, las del 29 de octubre.
Los partidos y movimientos políticos son los que avalan y apoyan candidatos, en ellos recae la responsabilidad de los que salen a hacer campaña y piden el favor popular. En un ejercicio que hizo LA PATRIA, representantes de sectores sociales e internautas dijeron que la principal condición que debe mostrar el futuro alcalde de Manizales es que sea un líder, con profundo conocimiento de la ciudad y de lo público, que no improvise, que tenga la madurez requerida para enfrentar el cargo, con formación académica suficiente y que administre bien los recursos. Por eso las organizaciones políticas deben examinar exhaustivamente a sus avalados, ahí está el primer filtro. Solo así no seguirán defraudando electores, ni produciendo desconfianza ni hastío en la política como campea hoy.
Ese liderazgo que le piden los ciudadanos al próximo alcalde de Manizales es el de todo buen ejecutivo y administrador, que exige tener capacidades para congregar diferentes puntos de vista, en lugar de dividir. Que sepa comunicarse bien con toda la sociedad, no solo con los suyos o por una sola vía; que escuche; que visione futuros posibles para la ciudad, que no se empecine en sueños irrealizables. Además, que sea un ejecutor de obras y proyectos planificados, no que improvise e incumpla lo que propuso. También, que sea un servidor, no con interés de cumplir compromisos políticos. Para lograr todo esto, deberá escoger un equipo de colaboradores transparente e idóneo que le ayude a resolver los problemas de la ciudad, no solo basado en amiguismos y en aportantes de campaña.
En esta próxima elección está comprometido el futuro del territorio, y a quien llegue le piden un trabajo colectivo y regional, que nadie se sienta excluido ni vulnerados sus derechos. Deberá poner sus ojos en la Manizales más pobre, esa asentada en las laderas de manera irregular para resolver sus múltiples necesidades insatisfechas, lo que requiere de un trabajo social fuerte. También deberá apostarle de verdad y con recursos a lo ambiental, no solo en sus planes y propuestas, es hora de hacerlo y ahí el alcalde, Carlos Mario Marín, se va con un alto pasivo, porque a pesar de representar un partido de esta corriente poco hizo en ese aspecto. Por eso los consultados buscan un mandatario que no sea el que durante campaña visite y que una vez suba al cargo se olvide de lo prometido y no vuelva.

Entre 13 precandidatos que aún quedan para la Alcaldía, solo una mujer, estará la persona que maneje los destinos de la ciudad en los cuatro años venideros. El abanico seguro se reducirá entre esta y la próxima semana, que termina la inscripción de candidatos, para tratar de conformar coaliciones políticas fuertes y con posibilidades electorales reales. Pero ahí no todos los que están las representan, ni tienen las condiciones sine qua non que se piden para el cargo. Ejemplar sería que algunos lo asuman y den un paso al costado, porque todavía les falta para llegar a ser alcaldes de una ciudad capital y tienen que ser honestos y humildes para reconocerlo. Estas también son características que buscan en el próximo alcalde de Manizales, que le duela la ciudad y sepa reconocer cuando comete un error.