La importancia del papel de los medios de comunicación parece que no tiene discusión, pues es fácil reconocer que el periodismo de calidad es vital para el normal funcionamiento de una sociedad democrática. También parece haber acuerdo en que no basta una prensa fuerte y con las libertades plenas, sino que se hacen necesarias reglas claras y un arreglo social e institucional sólido para que dicho normal funcionamiento de la democracia sea una realidad. Hasta ahí, todo muy bien.
Un poco más polémico y complejo resulta visualizar y resolver cuál es la responsabilidad que cada uno debe asumir para asegurar ese anhelo democrático que se da por sentado. Y más complicado aún, tomar conciencia de que cuando hablamos de sociedad, estamos hablando de un sistema complejo y sensible en el que todo depende del buen funcionamiento de cada una de las partes y esto, de la armoniosa relación entre las mismas.
Entonces si en la sociedad, como un gran sistema; la economía, la justicia, la política, la prensa u otro cualquiera de los subsistemas que la componen, uno o varios de ellos no funcionan adecuadamente o no se relacionan abierta y transparentemente en función de las reglas establecidas y aceptadas, pues entonces la sociedad como gran sistema no funcionará bien.
Ante los profundos cambios sociales, económicos y políticos de hoy en día a nivel mundial y local, que han puesto en jaque a las más importantes democracias del mundo, y con una avalancha de información que lamentablemente se caracteriza por el alto nivel de ruido asociado, el orden social e institucional que se está reconfigurando depende, entre otros factores, de la más elevada responsabilidad de la totalidad de los agentes democráticos y de la capacidad de construir acuerdos amplios, incluyentes, integrales y con perspectiva de largo plazo en la búsqueda de bienes superiores.
En este contexto, el ejercicio periodístico es mucho más exigente, debe afincarse en el más elevado estándar ético y solamente así puede constituirse en una de las claves para la profundización de la democracia en términos de más apertura, más tolerancia y mucho más respeto a la diferencia y a la diversidad.
LA PATRIA, el Periódico de Casa, acaba de cumplir 104 años, a lo largo de los cuales ha sabido asimilar la evolución del tiempo y se ha adaptado a las exigencias de cada época. Hoy enfrenta los grandes desafíos de toda la prensa mundial y lo hace con la clara convicción del deber que debe seguir cumpliendo. No hace un periodismo perfecto, pero sí hace el mejor posible y sobre todo, con la apertura y disposición permanente de recibir y aceptar los mejores criterios que le aporten a su misión. La posibilidad de que lo siga haciendo en la mejor de las condiciones depende, además, de la mejor relación con todos los demás estamentos de la democracia: el gobierno, la sociedad en general, los empresarios, la academia.
Desde este espacio, presento la invitación afectuosa y respetuosa a que revisemos y reflexionemos sobre el papel de cada uno, la solidaridad entre todos, la red de confianza construida y las relaciones en función de lo que cada uno espera de los demás.
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