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Las cumbres internacionales que se repiten año a año entre países terminan por desgastarse en el anuncio permanente de decisiones que se dificulta poner en marcha, a lo que debe sumarse la burocracia que se requiere para movilizar los estados para implementar cambios. Sin embargo, la cumbre del G-20 que se realizó esta semana nunca fue más importante, esto por la invasión de Rusia a Ucrania y por la necesidades de buscarle solución a este conflicto. A pesar de la búsqueda de consensos para la paz, la férrea oposición del invasor y de China llevaron al traste con la esperanza de obtener un resultado conjunto.
La reunión de los ministros de Exteriores de los países miembros se realizó esta vez en Nueva Delhi (India). Aunque ha habido esfuerzos del país anfitrión para tratar de mostrar que sí se avanzó en temas como garantizar la cadena mundial de suministros o los precios de los cereales, entre otros, la realidad es que las esperanzas del mundo estaban puestas en la posibilidad de lograr algún acercamiento que permitiera pensar en marcar un punto de quiebre a la guerra. Pero esta escala cada día y está poniendo contra las cuerdas a los más pacifistas para que tomen partido, con la zozobra permanente de que terminen por involucrarse más naciones en este conflicto, lo que podría llegar a niveles que nos preocupan a todos.
El cinismo ruso, que niega ser un invasor, se repitió en este escenario y de nuevo culpó a occidente de ser el responsable de alargar el conflicto al suministrarles armas a los ucranianos y alentarnos a continuar defendiendo un territorio que Moscú insiste en que es suyo. La prensa internacional ha citado a integrantes del G-20, presentes en el lugar, que han dicho que al final fueron 19 los países que le pidieron a Rusia parar la embestida, algunos de forma directa y otros de manera indirecta, pero en igual sentido.
De todas maneras, algo bueno quedó de esta reunión y fue el encuentro directo entre el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, y su homólogo ruso, Serguei Lavrov, reunión que aprovechó el jefe norteamericano de la diplomacia para recordarle a Kiev que su país seguirá apoyando a Ucrania, para pedirle que abandone el territorio invadido y para insistirle en la importancia de que se siga adelante con el tratado antinuclear, del que Rusia anunció su retiro.

En la reunión en India también estaban presentes los directores de los bancos centrales de las 20 economías más potentes del mundo, porque siguen asustando la inflación, la falta de normaliación de la cadena de suministros, los problemas de empleo en algunos países, entre otros, pero la economía no fue la noticia. La tensión por Ucrania se robó las posibilidades de avanzar en estos asuntos, que apenas si fueron esbozados, quedando pendiente de cumplirle al lema que se había impuesto de Una tierra, una familia, un futuro. Seguimos con la incertidumbre de un planeta que en cuanto a sus relaciones está crispado, y que tendrá que trabajar mucho para que cuando se dé el encuentro de jefes de Estado y de Gobierno en septiembre próximo se puedan concretar algunos puntos pendientes. El más importante, la paz en Ucrania. Lo demás deberá fluir.