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Colombia alcanzó ayer su mayor victoria internacional en las dos últimas décadas, lo dijo el jurista Eduardo Valencia Ospina, agente ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, instancia que dio lectura al fallo en el tercer litigio limítrofe con Nicaragua, que reclamaba extender desde sus playas la plataforma continental que tiene de 200 millas marítimas y prolongarla dentro de las 200 millas de Colombia. La Corte negó las pretensiones del país centroamericano y con ello pone el punto final a este diferendo. Da alegría a los colombianos, pero en especial respiro a quienes habitan en el archipiélago de San Andrés.
Valencia aseguró que victorias completas son poco frecuentes en esa Corte, y el fallo servirá incluso de insumo para otros conflictos internacionales. Ya no hay posibilidades jurídicas de que Nicaragua siga insistiendo en afectar las 200 millas de Colombia. Si el fallo hubiese sido a favor de Nicaragua, sus aguas se traslaparían al mar colombiano, pues lo que pretendía el Gobierno del presidente Daniel Ortega era que el suelo en esa zona fuera de Nicaragua y las aguas superficiales quedaran de Colombia. También pedía declarar que las islas de San Andrés y Providencia tuvieran una plataforma limitada y acortar los espacios marítimos de Serrana, Serranía y Bajo Nuevo, con el argumento de que no generaban para Colombia derechos territoriales.
En ese escenario perdíamos recursos del suelo y del subsuelo, donde se encuentran reservas de petróleo y de gas que se pueden explotar y eso creaba un riesgo económico. El fallo de la Corte niega a Nicaragua una plataforma continental extendida y ratifica que cada país se puede mover hasta las 200 millas, lo que se conoce como zona económica exclusiva. Ahora Colombia deberá iniciar un trabajo diplomático para definir las relaciones económicas, incluso con el propio Nicaragua y con países como Costa Rica, Panamá y Jamaica, afectadas por este diferendo.
Este litigio que arrancó desde el año 2012 debe servir para aprender que no se puede desamparar ninguna región y que la defensa de la soberanía nacional tiene que ser por igual en los cuatro puntos cardinales. En otros dos litigios con Nicaragua, Colombia perdió parte de sus aguas, lo que se habría podido evitar si los gobiernos de entonces hubieran asumido que tenían que firmar tratados claros entre las dos naciones, pues Colombia no quiso salirse de lo que consideraba un derecho establecido: que la frontera marítima era el meridiano 82º, firmado en 1930 en el tratado Esguerra-Bárcenas.


El presidente, Gustavo Petro, y todo su gabinete deben apuntarle ahora con mayor ahínco a resolver los problemas sociales y económicos de esta zona Caribe, que les permita a los isleños sentirse amparados y acogidos por el resto del país y no aislados; pero también es deber del presidente tener al frente de las embajadas a personas conocedoras de lo que son las relaciones diplomáticas y sus funciones. No se compadece que el embajador en Nicaragua, León Fredy Muñoz, en medio de este lío jurídico haya participado la semana pasada en una marcha a favor del régimen del presidente Ortega. Ahí es cuando volvemos a cometer errores.