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Dos condiciones tiene ganadas el municipio de Marulanda: nominación como Pueblo que Enamora y reconocimiento como cittaslow -ciudad lenta- de América Latina. La primera es una iniciativa del Ministerio de Comercio y de Fontur para potenciar el turismo regional en destinos que tienen un atractivo singular en Colombia. La segunda la otorga una organización mundial con sede en Italia, que desde 1999 destaca ciudades que parecen detenidas en el tiempo y que sus condiciones brindan tranquilidad y mejor calidad de vida. Pareciera que lo más difícil de conseguir ya lo tienen para desarrollar el turismo.

Marulanda es el municipio de Caldas con menos habitantes, 2.700 personas; su economía gira en torno a las actividades agropecuarias y esa ruralidad que conserva lo hace tan especial. Se destacan la ganadería para la producción de leche y productos derivados; es de los pocos sitios del país que preservan la palma de cera, especie considerada la de mayor altura del mundo, además de contar con una riqueza en flora y fauna nativas. Capítulo especial ocupa la ovinocultura, principal industria local con un aproximado de 4 mil ovejas para la producción de lana que se utiliza para elaborar ruanas, cobijas, bufandas, ponchos; productos tradicionales y artesanales con reconocimiento nacional e internacional.

El paso siguiente que debe dar Marulanda es a la evaluación de factores para establecer oportunidades y amenazas frente al turismo. Sus habitantes y gobernantes deben entender que salieron del anonimato, eso representan estos reconocimientos; pero no pueden conformarse con ello. Deben venir el diseño y la ejecución de políticas públicas, programas municipales, departamentales y hasta nacionales e inversión de recursos porque el municipio solo no alcanza a hacerlo, poco recibe en transferencias. Deben sumarse comerciantes e industriales, entre ellos la Cooperativa Ovina, como músculo de todo este engranaje y al ser la más importante en el municipio. Todos alrededor de una esmerada atención al turista, con una buena oferta de servicios y productos. Cualquier error puede ser fatal para este empeño.

Sin vías de acceso adecuadas no lo lograrán. La Gobernación debe seguir haciendo esfuerzos para terminar de pavimentar entre 21 y 23 kilómetros que aproximadamente faltan en los tramos Salamina-San Félix y San Félix-Marulanda, porque es la solución más viable. Hay otras opciones, por Manzanares y la antigua vía de Cementos Caldas, pero ninguna con posibilidades en el mediano plazo. Son carreteras descuidadas y un dolor de cabeza para los que las transitan. Debería pensarse en apostarle al menos a una, la de Cementos Caldas acortaría el trayecto a Marulanda en cerca de una hora y media. Por eso la importancia de un alcalde que sepa cómo y dónde gestionar.

La apuesta también debe ser por mejorar la infraestructura interna. La Alcaldía empezó a construir una planta de lácteos, que jalonará la economía, pero la obra está suspendida por una acción popular; la modernización de una parte del parque con zonas verdes y parqueaderos está en ejecución y deben concluirla pronto, igual que la cancha de tejo con reglamentación del Ministerio de Deporte; además seguir conservando el valor patrimonial de sus casas en bahareque, porque son otro atractivo turístico. Ya hay terreno ganado, no se puede retroceder y menos caer en dilaciones como con la declaratoria de Paisaje Cultural Cafetero, que en unos municipios del Eje funciona y en otros se quedó solo en un nombre.