Fabiola Aguirre Suárez

Ilustración/Banrepública/Papel Salmón

En el marco del proyecto “Mujeres escritoras centenarias del Gran Caldas, II etapa” del Banco de la República, Andrea Álvarez Orozco habló sobre Fabiola Aguirre Suárez, el pasado 18 de septiembre.

Andrea Álvarez Orozco

 

Fabiola Aguirre Suárez nació en Manizales el 30 de diciembre de 1915. Este dato fue confirmado en una comunicación personal reciente por su sobrina Ilse de Greiff Aguirre, pues varias fuentes consultadas ubican su natalicio el 31 de diciembre de 1919. La autora falleció como consecuencia de una leucemia el 26 de julio de 1997 en Estados Unidos, país al que migró desde 1954.

Fabiola fue la primogénita de la pereirana Carlina Suárez Montoya y el santandereano Ángel María Aguirre Plata, unión que también dio lugar a otros dos hijos: Enrique y Noemí. Según García Rubio (1986), el padre se desempeñaba como transportador de valores del Ministerio de Correos y Telégrafos, y en uno de sus viajes ferroviarios sufrió un accidente que cobró su vida. Como consecuencia, el Estado decidió becar a sus hijos e indemnizar a la viuda con $24.000, de los que sólo recibió la mitad, dado que la suma inicial se consideró excesiva para ser administrada por una mujer.

 

Sus estudios

La educación de Fabiola Aguirre se desarrolló en Bogotá, ciudad a la que llegó a los 7 años, y aunque nunca volvió a vivir en Manizales, el Nevado del Ruiz es protagónico dentro de su novela Dimensión de la angustia (1952).

Los estudios primarios los adelantó en el Colegio María Auxiliadora, en el que vivió amargas experiencias, debido a la intimidación propiciada por sus maestras y compañeras, quienes se burlaban de su iniciativa de crear versos; en una oportunidad, esto le costó una agresión física por parte de sus condiscípulas, al no concebir el ejercicio de la imaginación como una posibilidad para las mujeres. En contraste, continuó sus estudios en el Colegio del Sagrado Corazón de las Bethlemitas, donde se graduó como bachiller. En el libro Quién es quién en Venezuela, Panamá, Ecuador, Colombia (Perry, 1952) se sugiere que esta institución contaba con un énfasis literario, lo que explica que ella haya recordado la experiencia con gratitud.

Oliverio Perry destaca la respuesta de Fabiola Aguirre Suárez cuando fue interrogada por el hecho más notable de su vida, ya que no mencionó una anécdota personal, sino un acontecimiento colectivo: “El que para la mujer se hubieran abierto las puertas de la Universidad” (p. 529). De esta conquista social ella fue beneficiaria, pues se convirtió en una de las primeras mujeres en graduarse como abogada de la Universidad Externado de Colombia, donde su tesis Lineamientos filosóficos del derecho internacional (1945) fue laureada; luego se especializó en Psicología Criminal y Sociología, en la Universidad Nacional. Asimismo, por cuenta de García Rubio (1986), es posible conocer que el desengaño de Fabiola al no encontrar en un primer momento un empleo que estuviera a la altura de su formación, lo disipó cursando la carrera de Filosofía y Letras en el país. Años más tarde, en Estados Unidos, estudió Sociología y Derecho Internacional.

 

En los sentimental

La vida de Fabiola no estuvo siempre en función de asuntos académicos; también confluyeron en ella las preocupaciones amorosas. A los 17 años contrajo nupcias, a escondidas, con el periodista Arturo Regueros Peralta, con quien tuvo a su hijo Omar; sin embargo, como lo advierte García Rubio (1986), este matrimonio no duró mucho, puesto que él se suicidó tres años después, justo cuando Fabiola cursaba su primer año de Derecho. Gracias a su tenacidad, esto no se convirtió en impedimento para que pudiera continuar con sus estudios y velar por el bienestar de su hijo. A la vuelta de dos años se casó con Delio Jaramillo Arbeláez, quien se desempeñó como ministro de Trabajo; no obstante, este lazo se rompió por incompatibilidades políticas e ideológicas.

 

En lo laboral y político

En cuanto al ámbito laboral, el panorama no fue siempre oscuro para Fabiola Aguirre Suárez, ya que ocupó varios cargos públicos, entre los que se destacan su nombramiento como primera Magistrada del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, al igual que sus roles de Inspectora de Trabajo, Jueza del Circuito y Directora de Publicaciones de la Contraloría (Universidad Externado de Colombia, 2023); también fue colaboradora de El Tiempo y El Liberal. Mientras que en Estados Unidos se desempeñó como profesora de español y cuando dominó el inglés fue catedrática de sociología, psicología y derecho.

Fabiola fue militante activa del partido Liberal, abanderada en la lucha por los derechos de las mujeres y amiga cercana de Esmeralda Arboleda, promotora del voto femenino en Colombia. Su viaje a Estados Unidos, hacia 1954, estuvo motivada por la persecución política que vivió durante la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla, según lo asegura su sobrina Ilse de Greiff (2024).

 

En las letras

Aunque para 1986 García Rubio contaba cerca de diez obras escritas por Fabiola Aguirre Suárez, casi todas se ubican en el género ensayístico y giran en torno al derecho y a la sociología; sólo una de ellas se enmarca en la creación literaria: la novela Dimensión de la angustia (1952). Para su comprensión resultan imprescindibles los detalles que han sido mencionados sobre la vida de la autora, pues se trata de una obra de corte autobiográfico, en la que, a través de Ara (la protagonista), se da a la tarea de mostrar “[…] una nueva concepción filosófica del mundo y de la sociedad” (p. 5) desde una perspectiva feminista.

En Narradoras del Gran Caldas (1998), esta obra es clasificada como una bildungsroman en la que es posible rastrear casi todas las modalidades propuestas por Biruté Ciplijauskaité para identificar la novela de concienciación. Esto le da mayor sentido a la puesta en escena de Ara como eterno interrogante frente a cada vivencia o como búsqueda afanosa de dimensiones todavía ausentes del espíritu humano. Así, tanto Ara como Fabiola constituyen mujeres adelantadas a su tiempo.

 

Dimensión de la angustia (1952)

(Fragmento)

“Sin embargo comprendí desde esos tiempos que una mujer sola entre los hombres debe ser una estúpida, porque de otra manera, si es alegre y despreocupada, es libertina; y si es austera o ‘rara’, padece alguna anormalidad o degeneración oculta. Que de todos modos, cuando se arriesga a luchar como el hombre, por el pan o por un ideal, su conducta, cualquiera que sea, siempre estará en tela de juicio. Hoy día, ya estas consejas poseen para mí su valor entendido y me tienen completamente sin cuidado; al fin he aprendido a vivir con el cerebro, y a manejarme sin sujeción a nada distinto de mi autocrítica” (Aguirre, 1952, p. 178).

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