Son muchos los mitos que se han creado en Manizales, catalogada una ciudad universitaria, con respecto a lo que se vive y pasa en las residencias universitarias, subsidiadas por los centros de educación superior.
Los estudiantes que llegan por primera vez a estos espacios, y que provienen de diferentes ciudades y pueblos de país, admiten que en algún momento sintieron temor por los comentarios que escuchaban sobre ellas, y también porque en ocasiones otros universitarios utilizan frases como "los recogidos de la universidad", para referirse a quienes allí viven.
Un hecho lamentable que por estos días ha desdibujado la imagen de estos sitios es el asesinato de la estudiante Alexandra Vivas Medina, oriunda de Puerto Tejada (Cauca) y que cursaba décimo semestre de Ciencias Sociales en la Universidad de Caldas. Ella fue encontrada muerta el pasado lunes en la habitación 233 de las residencias masculinas Gabriel Soto Bayona, donde vivía su novio.
Sin embargo, las voces de quienes hoy hacen parte de las residencias de las universidades públicas, Caldas y Nacional, hablan solo cosas buenas: comodidad, dignidad, ayuda económica, y aseguran sentirse como en familia.
La convivencia
Para Jhon Henry Martínez, de 27 años, estudiante de séptimo semestre de arquitectura de la Universidad Nacional y proveniente de Ibagué, vivir en las residencias le ha permitido mantenerse estudiando, pues considera que la vida en la ciudad es cara, y no cuenta con los recursos suficientes para pagar una estadía particular. "Me ubicaron en la residencia Camilo Torres. Somos 15 hombres y estamos en siete habitaciones, cinco compartidas y dos individuales, en estas últimas viven los más antiguos de la casa y en las dobles los demás, incluyendo los que llegan nuevos".
Para organización de la casa, se tiene un cronograma de aseo que trata de ser justo y equitativo para todos, hasta hace unos meses los nuevos debían responder por más tareas. "Eso se eliminó porque era injusto. Solo deben llegar con una buena propuesta que lleve a mejorar la convivencia y el buen ambiente", cuenta Martínez.
Explica que en su residencia la multa por incumplir alguna norma es de 7 mil pesos, a la tercera falta pierde el cupo y se le manda una carta a Bienestar Universitario para que reconsidere la estadía del estudiante.
Cada casa tiene una junta, que es la encargada de tomar todas las decisiones acerca de las normas y multas, y vigila que todo esté bien.
En las masculinas de la Universidad de Caldas, construidas en 1952, hay cuatro pisos, y en cada uno de ellos 32 estudiantes. La habitaciones son individuales, porque tienen un espacio reducido. En estas cabe una cama sencilla y un clóset. Los baños, la cocina, la terraza donde se puede lavar y secar la ropa, y el televisor son las áreas sociales, donde comparten los estudiantes.
Francisco Javier Miticanoy, durante su carrera de Geología, que está a punto de terminar, ha vivido en estas residencias, y expresa con gratitud que desde el momento en el que fue beneficiado para vivir allí su dinero lo pudo destinar a salidas estudiantiles. "Solo debemos pagar una cuota de federación y otra de piso para comprar los implementos de aseo, realizar actividades deportivas y académicas, ayudar a los compañeros si tienen alguna emergencia o tienen dificultades y otras cosas. Esta es mi segunda familia, o mejor dicho un hogar de paso".
Las femeninas
La residencia Antonia Santos de la Universidad Nacional, ubicada también en Palermo, es una casa alquilada por la institución y que fue adaptada para 23 jóvenes universitarias. Cuando llegan tienen un periodo de prueba de 4 meses, que define su permanencia. Allí se deben cumplir con respetar el conducto regular para solucionar problemas, asistir a una asamblea al mes, después de las 10 de la noche, y no ausentarse para evitar ser multada.
Sin embargo, el ambiente familiar supera cualquier regla que se imponga. "Cuando una niña abandona la casa, es como si se fuera una hermanita. Le organizamos una cena, invitamos a la familia, grabamos un video con las anécdotas y le damos un anillo de recuerdo. Su foto queda en un libro que se llama las Toñas", cuenta Eveli Latorre, estudiante de sexto semestre de Arquitectura y proveniente del municipio de Guaitarilla (Nariño).
Bienestar universitario de la Nacional aporta las reglas principales en la residencia a su cargo: no consumir alcohol, no fumar, no agredirse, formar una junta en la casa y otra junta de juntas, que es la vocera ante Bienestar. "Les damos autonomía para que, de acuerdo a sus culturas y comportamientos, creen sus propias reglas y las modifiquen cuando sea necesario. Una psicóloga y trabajadora social les brindan asesoría", explicó Santiago Ruiz, director de Bienestar Universitario de la Universidad Nacional.
La Universidad de Caldas también tiene un alojamiento para mujeres, es también una casa adaptada en la que viven 25 estudiantes, en habitaciones para 2 o 3 personas. Para Lissete Cifuentes, presidenta de residencias Belén, y estudiante de séptimo semestre de Licenciatura en Biología y Química, "las normas de la casa, son encaminadas al sentido común. No hacer ruido después de las 11:00 de la noche, o antes de las 8:00 de la mañana, no se permiten visitas por más de tres días. También tenemos comités de educación, deporte y cultura, que velan porque la integración de la casa sea efectiva".
(Vea en la página 12 B el perfil de Alexandra Vivas Medina)
La junta
Cada residencia tiene una junta, y el presidente es el mayor mando, toma las decisiones y representanta la casa ante las demás residencias. Un secretario tiene a cargo la documentación y los aspectos logísticos; el tesorero maneja el dinero de las cuotas que se pagan y los eventos que se programen. Y el fiscal revisa que el aseo se haga en el tiempo adecuado, y de manera correcta.
Traslado
Los 130 estudiantes de las residencias masculinas de la Universidad de Caldas que deben evacuar la edificación por riesgo estructural, tienen plazo hasta la otra semana para trasladarse a las viviendas arrendadas donde permanecerán por ocho meses mientras la institución hace el reforzamiento respectivo.
Por el momento los residentes llevarán solo la ropa a las nuevas viviendas, una en el barrio Palermo y dos en la Estrella, el resto de las pertenencias las trasladará la universidad la otra semana.
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