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Fanny Bernal, psicóloga experta en duelo, profesora de la Escuela de Psicología de la Universidad de Manizales y columnista de LA PATRIA.
Fanny Bernal, psicóloga experta en duelo, profesora de la Escuela de Psicología de la Universidad de Manizales y columnista de LA PATRIA, habló con LA PATRIA Radio sobre los cinco años de la pandemia, los procesos de duelo durante ese tiempo, los aprendizajes y reflexiones que siguen vigentes. Esto dijo:
¿Qué reflexión entrega 5 años después de la pandemia, con respecto al duelo?
Todos los días hay duelo y particularmente hablando de la pandemia el proceso fue distinto.
No podíamos salir y a mí me dieron la tarea de trabajar con Estados Unidos a distancia.
Trabajé con 156 familias. Fue muy dramático, porque cuando empezó la pandemia todavía no había llegado acá y los testimonios eran dolorosos.
Experiencias de tener en un apartamento a tres personas fallecidas que no iban a ser recogidas porque no había quién las atendiera. Todo colapsó.
Y los testimonios de los familiares eran absolutamente desgarradores.
Entonces toda esa experiencia de escuchar el dolor fue también de mucha vida para ayudar a las personas.
¿Cuál es su concepto de la muerte?
La muerte es algo para lo que no nos acostumbramos, todos sabemos que nos vamos a morir, pero vemos la muerte por allá lejana.
En la pandemia era algo que arrasaba en una casa con tres o cuatro.
Y creo que a pesar de los cinco años, no hemos escrito y descrito todo el dolor de esas situaciones emocionales de las personas.
Todavía hay gente que no ha tenido acceso a un buen proceso de acompañamiento y no ha podido sanar todas esas heridas.
Hay heridas que cicatrizan bien y hay otras que cicatrizan mal. Y en Colombia y en muchas partes del mundo, las heridas del duelo por la pandemia han cicatrizado mal.
¿Usted qué consejo les puede dar a estas personas que aún viven en ese duelo a pesar de que han pasado cinco años?
Los rituales son necesarios para todos los seres humanos. La humanidad a través de todos los siglos siempre ha hecho rituales: para el nacimiento, para la muerte, para el matrimonio, rituales para muchos de los encuentros de las sociedades por diferentes motivos.
El que alguien no se pueda despedir de su ser querido, que no pueda hacer un ritual como generalmente las personas hacen, es muy difícil.
Y eso hace que el duelo quede un poco suspendido.
A pesar del tiempo hay que hacer ese ritual de despedida con las personas más cercanas. Se pueden crear escenarios y espacios para que la gente, como digo yo, palabré el dolor, palabré todo lo que está sintiendo y que no se quede como un asunto pendiente.
Y pueda ir reparando adentro. Hay que ritualizar ese dolor. Necesitamos que nos reconozcan, que estamos con dolor.
Cuando las personas se encierran y se aíslan en una situación de duelo, y sobre todo en esta tan compleja, es sumamente doloroso.
¿Qué repercusiones tiene ese duelo no realizado?
Los seres humanos nos empezamos a enfermar físicamente. No solamente a nivel emocional.
Por ejemplo, muchos trastornos de sueño aparecen en personas que no pudieron despedirse.
Después de eso quedaron con muchos pensamientos, rumiando muchas cosas y uno les pregunta: ¿Desde hace cuánto no duermen?
Y me dicen: “Desde que se murió tal persona en la pandemia”.
En fin, hay una serie de situaciones ahí que creo que falta por investigar para ayudar de verdad con todas las ganas.
¿Cuáles aprendizajes quedaron desde la pandemia?
Quedan muchas reflexiones. Una que a mí me parece preciosa es: Me cuido para cuidar.
Esa responsabilidad que nos dieron de ponerse el tapabocas, de no estornudar para todo el mundo, de lavarse las manos cotidianamente.
Y hay que cuidarse en muchos aspectos de la vida para que las personas con quienes convivimos también se sientan cuidadas.
Lo otro es que todavía no hemos aprendido a cuidar nuestra salud mental. Nos falta muchísimo.
¿Qué anécdota recuerda?
En la universidad nos preguntaron quiénes podíamos poner nuestros teléfonos a disposición para que la gente nos llamara.
Yo di el teléfono mío y la mayoría de llamadas que recibí eran sobre problemas de pareja. “Me gritó, me pegó, me empujó. Tengo niños aquí, estoy metida debajo de no sé dónde”.
Fueron llamadas sobre todo de mujeres. Ahí hay un trabajo muy fuerte por hacer.
Si se tiene pareja, hay que hacer acuerdos de respeto.
Lo otro fue el abandono a los viejos, que sí que me parece fuerte. Creo que como sociedad tenemos que hacer de todo eso.
Leía en un diario de Bogotá que quizá podríamos vivir otra epidemia, pero ¿será que aprendimos?
Creo que algunas cosas pasaron de largo y no hemos hecho todas las reflexiones.
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