B. Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
En pocos minutos la tranquilidad, que por 35 años las acompañó, desapareció el pasado martes en la noche, como producto de la lluvia intensa. Martha, su madre y su hermana fueron obligadas a abandonar su casa en el barrio Aranjuez, cerca al cerro Sancancio.
Ahora las tres viven separadas en distintos hogares de su familia que las arropó. Durante el día, Martha y su hermana trabajan, mientras que la mamá permanece donde una hermana. Todos sus enseres se quedaron detrás de las puertas de la casa.
Con la mirada triste, Martha dibuja la nostalgia tras abandonar su hogar. “Si nos toca dejar la casa, qué vamos a hacer, lo importante es que tenemos vida”, aseguró.
“Uno cree que esto solo le pasa a los demás, pero vea, para todo hay que estar preparado. Por fortuna, el apoyo de la familia y amigos no nos ha faltado”, reconoce la mujer.
Ese apoyo del que habla Martha se traduce en compasión, un valor que según la psicóloga y experta en duelo Fanny Bernal, es la sombrilla de otros valores.
Explica que el dolor de las otras personas generalmente conmueve. “Esto permite que los valores, que a veces no se usan cotidianamente, se empleen en beneficio de los otros”, y cita la solidaridad, la generosidad, la escucha activa, el abrazo, como acciones que también alivian.
Según la experta hay que dosificar la ayuda, brindar compañía, compartir el alimento y también su tiempo, pero sobre todo, expresar el amor, porque el efecto de un abrazo tiene un valor que se puede prolongar en el tiempo.
Bernal afirma que con el “automático” que se vive día a día, una tragedia como esta es una paradoja para todos. “Obliga a pensar cómo es la fragilidad del ser humano, en lo vulnerables que somos y cómo en un minuto se pierde la vida o se puede salvar la de otra persona”.
Bernal resalta la colaboración de la comunidad manizaleña, que se volcó para solidarizarse con los afectados, pero insiste en que una tragedia no termina cuando se da una ayuda. Hoy se llevan cobijas, se comparte ropa o un plato de comida, pero en una semana son otras las necesidades.
Para Bernal, el dolor por enterrar a los muertos prolonga la tragedia. “Se va el héroe, el que ayudó a cuidar, la persona amada, el vecino”. Pero también cita otros duelos. Por ejemplo, al perder una casa se va la seguridad de tener un sitio donde llegar, lo mismo sucede cuando se quedan sin el arraigo que da pertenecer a una comunidad, “todo esto hace parte de la confianza y la tranquilidad, y aquí ya no la hay, las personas se quedan sin piso”.
Explica que cuando se pierde una casa y los enseres, se va la historia que se construyó durante mucho tiempo, el esfuerzo de una vida.
Para la experta en duelo, el paso siguiente es convocar para que ese apoyo no se pierda y que se dé por etapas. Recalca que no será fácil volver a la vida cotidiana hay que seguir ayudando para que esto suceda.
* Los seres queridos que tenemos a nuestro lado también son prestados y lo mismo pasa con nosotros.
* Nadie sabe cuándo va a compartir la última comida, qué bueno que haya más armonía en los corazones y en las actitudes de la gente.
* Valorar y cultivar la gratitud. Cuántos hoy pueden llegar a su casa, eso es algo maravilloso que quizás muchas personas no se dan cuenta de todo lo que tienen, que a veces hablan es de lo que les hace falta.
* Mimar y querer a los amigos, ellos saben acompañar, decir las cosas de manera asertiva. Esto tampoco tiene precio.
* Ponerse en los zapatos del otro y ver cómo acompaña.
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