Foto | LA PATRIA
Anival Canny Grinard Quintana aceptó su responsabilidad como miembro de la banda de extorsión.
Alias Caquetá es señalado de liderar el call center que funcionaba en el segundo piso del patio 3 en la cárcel Doña Juana, de La Dorada. En mayo del 2021, integrantes del Gaula de la Policía de Caldas y la Fiscalía Segunda Especializada llevaron a cabo un operativo que permitió desarticular este grupo delincuencial.
Este sujeto enfrenta cargos por concierto para delinquir y extorsión, ambos agravados. En febrero del 2026 arrancará el juicio por un caso que tiene a otros dos cerca de conocer su suerte, y otros tres ya condenados.
Entre ellos está Carlos Augusto Ruiz Gaviria, exmiembro de grupos paramilitares que luego perteneció a una banda de desmovilizados. Desde el 2009 paga 22 cárcel por homicidio agravado, intento de homicidio, concierto para delinquir y porte ilegal de armas de fuego.
Ante el Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Manizales rindió testimonio sobre cómo actuaba su banda, su nueva vida como pastor cristiano y la intención de demostrar que su madre y otro recluso no tuvieron nada que ver con las extorsiones carcelarias.
Así fraguaba las extorsiones
Ruiz Gaviria está detenido en el penal de Palogordo, en Girón (Santander). Aseguró que desde su imputación resolvió aceptar cargos, indemnizó a sus víctimas y ahora pretende que Ruth, su madre, y Genaro terminen absueltos.
Para enredar a sus víctimas, lo primero era llamar a números al azar e identificarse como integrantes de alguna institución del Estado. Con los datos adquiridos, miraban si era viable pedirle dinero para munición o medicamentos.
Otro se encargaba de comunicarse con el ciudadano y se hacía pasar como comandante paramilitar o guerrillero. Balazo dijo que su estilo no era tratar mal a sus víctimas. Sin embargo, su manera de intimidar funcionaba y lograba sacar dinero.
Los celulares desde los que se hacían las llamadas, cuando estuvo en Doña Juana, los adquiría por medio de guardias del Inpec, o por medio de los denominados lanzadores que eran personas que tiraban paquetes desde el exterior, con teléfonos, alucinógenos, comida, licor y hasta ropa.
Cuando la víctima caía, los pagos se hacían a través de Nequi, cuentas bancarias o un corresponsal bancario, pero a cuentas clandestinas y había personas que se prestaban para ello. Parte del dinero que obtenía Balazo, lo destinaba para la limpieza del pabellón.
Otra se la enviaba a su madre para que pagara la comida y los servicios públicos. Ante la pandemia, la situación económica se complicó, no tenía cómo vender sus artesanías y por eso se dedicó a extorsionar. Dijo que ella nunca participó.
En llamadas interceptadas se mostraba cómo el sujeto le pedía a la mujer que recibiera algún dinero o le consiguiera un celular. Empezó a hacerles favores a otros reclusos y, según él, desde ahí surgieron los problemas que la terminaron vinculando a la banda.
El delator
Cuando le consultaron sobre un hombre conocido como el Rolo, el tono de Ruiz Gaviria cambió. Pasó de ser el testigo tranquilo a un hombre alterado por las supuestas mentiras de este sujeto.
Alegó que parte de los problemas que su madre y Genaro enfrentaban surgían a partir de las mentiras, pues este hombre solía pedir prestado y cuando tenía que pagar, terminaba denunciando por extorsión.
Genaro era el encargado de la chaza del patio 7 de Doña Juana y, al parecer, también expendía drogas aprovechando su puesto de venta de dulces. El Rolo habría adquirido una deuda con él, se negó a pagarle y lo terminó delatando, junto con la banda de extorsionistas.
Contrario a lo que expuso Balazo, la madre del testigo manifestó que estaba siendo víctima de extorsiones y le estaban pidiendo dinero para no atentar contra la vida de su hijo porque era un sapo. Incluso fue víctima de agresiones y supuestamente pagaban $5 millones a quien lo matara.
Genaro, natural de Cajibío (Cauca) paga una condena de 36 años por secuestro extorsivo y porte ilegal de armas de fuego agravado. Los testigos a favor sostienen que nada tiene que ver con la banda, y fue víctima de las mentiras del Rolo.
El Tío, desvinculado
Carlos Augusto Ruiz Gaviria confesó que sus mentiras pusieron en aprietos a su madre, y ella nunca supo de las actividades ilícitas de él dentro de la cárcel. Similar situación ocurrió con un tío suyo, a quien la Fiscalía desvinculó porque también fue víctima de sus artimañas.
El señor laboraba en una obra en La Dorada y le suministró datos de su jefe al delincuente, sin saber para qué eran. Al empresario empezaron a llamarlo y a exigirle dinero, o sino quemarían su carro y atentarían contra él y su familia, pero el hombre no accedió y denunció ante el Gaula.
Aunque corrió con suerte y no alcanzó a girarles nada a los extorsionistas, situación diferente vivió otro ciudadano, quien trabaja en el transporte público. Le dijeron que debía pagar $5 millones o habría consecuencias.
Le dieron medio día para recoger el dinero, y solo pudo recoger $550 mil. Luego les consignó y le indicaron que esto solo le daba un tiempo de gracia, tenía que conseguir el resto o lo matarían. Las intimidaciones fueron aumentando y optó por acudir a las autoridades.
Anival Canny Grinard Quintana, alias San Andrés, paga 22 años por homicidio, hurto calificado y agravado, lesiones personales y porte ilegal de armas de fuego. En el 2014 mató en el archipiélago a Richard Marsiglia Medrano y causó lesiones a un tendero.
Mientras estuvo recluido en Doña Juana, fue el inseparable de Balazo. Su labor era la de conseguir los datos de las potenciales víctimas. También aceptó cargos y es testigo de Ruth, con quien llegó a comunicarse, dada la confianza que tenía con el hijo de ella.
Hoy, con Grinard Quintana, Ruiz Gaviria y Carlos Tinjacá (paga 17 años por homicidio) condenados, se espera saber la suerte de Ruth y Genaro. El próximo 18 de diciembre serán los alegatos de conclusión.
Las condenas de Balazo
- 4 por concierto para delinquir
- 8 años y 4 meses por intento de homicidio agravado
- 22 años y 10 meses por homicidio agravado y porte armas de defensa personal
- 2 años y 9 meses porte ilegal armas de fuego
Balas de obsequio
En el allanamiento que se llevó a cabo a la vivienda de Ruth, las autoridades hallaron cerca de $2 millones 500 mil y munición calibre 9 milímetros. Balazo confesó que el dinero lo guardaba su madre para montar una pañalera y ella desconocía su procedencia.
Los cartuchos eran obsequios de excompañeros de las Auc para que las vendiera en caso de tener problemas económicos.
Familiares, ¿víctimas?
Según Balazo, familiares de otros reclusos también terminaron capturados sin saber de dónde provenía el dinero que ellos obtenían ilegalmente. Para evitar que las autoridades detectaran sus movimientos, transferían la plata a través de distintas cuentas, como una manera de legalizarla.
Si es víctima de una extorsión, comuníquese:
- 147 del Gaula Militar.
- 165 del Gaula de la Policía.
¿Qué hacer si recibe una llamada extorsiva?
- No entregue información personal.
- No realice pagos ni transferencias.
- Llame de inmediato al Gaula.
- Identifique patrones comunes en estas llamadas: Se hacen pasar por integrantes de grupos armados, aseguran tener información de redes sociales, Amenazan con vigilar o hacer daño si no se realiza un giro de dinero inmediato.
- Reporte la llamada, aunque no haya caído.
- Reduzca la exposición en redes sociales.
- Converse con sus empleados y familiares sobre estas modalidades para que también estén alerta.
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