LA PATRIA | MANIZALES
A sus 17 años, Angie Arcila quisiera olvidar tantos momentos dramáticos en su familia. Hace cuatro le tocó ver cuando un tío se suicidó en medio de una borrachera en la puerta de la casa. También, cuando la Policía fue hasta la vivienda de su padre, en el barrio Alférez Real, de Manizales, para detenerlo.
Ayer, a las 4:00 de la madrugada, ella llegó a Manizales proveniente de Mariquita (Tolima), con su mamá y con Mayerly, su hermana. A ella sus parientes le dijeron que su padre, Róbinson Arcila Arango, se había accidentado. Pero la verdad era otra.
Los testigos contaron que a las 8:40 de la noche, del pasado lunes, Róbinson llegó en la moto hasta la puerta de su casa, se quitó el casco, se despidió de un amigo, y antes de ingresar un tipo, que lucía saco y gorra verde, le disparó en la cabeza.
El asesino esperó a que su víctima se descuidara, para bajar por el matorral, ocultarse bajo un almendro y desde unos tres metros de distancia, pegarle el tiro.
Róbinson gritó al sentir el impacto, por lo que su madre salió de la casa aterrorizada, sin importar el dolor de ella, el criminal le disparó una vez más en la cabeza y dos en el hombro. Los niños y adultos que a esa hora departían en la cuadra vieron al sicario disparar con sevicia, antes de correr a ocultarse.
El asesino huyó por la estrecha acera y un hermano de la víctima trató de perseguirlo. Sin embargo, una lesión en su cadera le impidió igualar la velocidad con la que corría el delincuente.
La llamada tardía de los parientes y vecinos de la víctima a la Policía, también impidió la captura del malhechor en flagrancia. “Sabemos quién puede ser el criminal y esperamos dar resultados prontos”, contó el coronel Mario Fernando Guerrero, comandante de la Policía Metropolitana de Manizales y Villamaría.
Señaló que la hipótesis que manejan es que podría tratarse de una retaliación asociada a alguna de las dos condenas que purgó la víctima: por homicidio y estupefacientes. Por esta última, en la actualidad tenía casa por cárcel.
Las heridas en la cabeza provocaron que Arcila Arango muriera antes de ser socorrido en el Hospital de Caldas. Los regalos que Donelia Arango Ríos, madre de la víctima, tenía preparados para celebrarle los 35 años de existencia a Róbinson, el próximo 30 de noviembre, se quedaron empacados.
Ella contó que su hijo laboraba hace tres años construcción y carpintería. “Su bachillerato lo terminó en la cárcel, donde fue profesor de carpintería”. Rememoró que siempre fue muy cariñoso y se preocupaba por la familia. “No tomaba, no fumaba y asistía a una iglesia cristiana y en prisión lideraba los cultos”.
Orlando Carmona, su padrastro, dijo que Róbinson siempre estuvo pendiente de él y de sus cosas. "Lo crié durante 24 años y jamás fue grosero con nosotros".
Angie, finalmente, recordó la relación con su padre con tristeza. Cuando lo capturaron por primera vez ella tenía 5 años, pese a ello, siempre que le daban permisos, Róbinsón salía visitarla a ella y a su hermana en Mariquita.
La última vez que hablaron, discutieron. Por eso, la nostalgia la invadió ayer al recordar que no alcanzó a pedirle disculpas. Hoy se despedirá de él en la Funeraría La Esperanza.
Angie Arcila describió la relación que tuvo con su padre como la de dos amigos confidentes: sabían todo el uno del otro y se aconsejaban hasta para las cosas más íntimas.
“Su mayor anhelo era verme convertida en una profesional, ya que él no pudo. Me apoyaba para estudiar la carrera de Idiomas en la Universidad de Caldas. También Medicina Forense, en la Autónoma, de esta última no estoy muy segura, de la primera sí”, contó Angie.
El grado de bachiller que Angie recibirá al final del año en el Colegio Francisco Nuñez Pedrozo, de Mariquita, no será muy gratificante. Ahora no viajará con su padre, de paseo, para celebrar juntos ese logro, como lo habían pactado. Antes de que ella naciera, la tragedia rondaba a sus abuelos.
Donelia Arango Ríos narró que hace 24 años la violencia paramilitar y guerrillera los obligó a abandonar el municipio de Argelia (Antioquia), para vivir en La Dorada (Caldas). De allí, se pasaron para el barrio El Nevado, de Manizales. Ahora, llevan ocho años habitando el barrio Alférez Real, de la capital de Caldas y la tragedia no ha cesado.
Según el coronel Guerrero, el crimen de Róbinson Arcila Arango es el segundo que ocurre en octubre en Manizales. El año pasado, en este mismo mes, iban siete.
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